España gana dos puntos de oro
Alemania acusa la presión cuando tenía el partido controlado (21-18) y permite a los de Rivera concluir eufóricos
España lo consiguió. El partido contra Alemania era tal vez el más importante de este Campeonato del Mundo y era indispensable ganarlo. Y los de Valero Rivera no fallaron esta vez. Tuvieron el partido prácticamente perdido cuando Alemania se adelantó por 21-18 a los 20 minutos de la segunda parte. Pero entonces, un acertado cambio defensivo a 5-1 y la presión atenazó de tal forma a los campeones mundiales de 2007, que abrieron de nuevo la puerta para que España recuperara sus opciones. No las desperdició. Aquella vez, no. Ganó por 26-24 . Se aseguró ya la clasificación para la segunda fase y ganó dos puntos que, probablemente, arrastrará y que le sitúan en una excelente posición para acceder a las semifinales.
España 26 - Alemania 24
ESPAÑA: Sterbik (Hombrados), A. Entrerríos (2), Gurbindo (3), Rocas (3), Garabaya, Cañellas (1), Morros -siete inicial-. Maqueda, R. Entrerríos (1), Aguinagalde (5), Parrondo (1), Ugalde, Juanín (5), Iker (5 de penalti) y Rodríguez.
ALEMANIA: Bitter (Heinevetter), Hens (2), Gensheimer (4), Preis (1), Glandorf (4), Sprenger (3), Hass (2) -siete inicial-. Roggisch, Klein (2), Pfahl (2), Heinl (2), Christophersen, Kraus (2 de p.) y Kaufmann.
ÁRBITROS: Olesen y Pedersen, de Dinamarca.
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 4-4, 5-7, 8-8, 11-10, 13-13 (descanso). 15-15, 17-17, 18-19, 18-21, 23-21, 26-24.
Lleno, unas 3.000 personas, en el pabellón de Kristianstad.
La primera parte ya marcó las pautas que iban a regir durante los 60 minutos. Una defensa en 6-0 durísima de los alemanes y un cerrojo no menos efectivo de los españoles, que conseguía frenar a lanzadores del calibre de Hens, Glandorf, Kaufmann y el central Kraus. España se mantuvo muy firme en defensa y mejoró ostensiblemente su efectividad en ataque. Al final del primer tiempo se habían fallado siete lanzamientos, pero se llevaban ya 13 goles. Un porcentaje muy presentable, comparado con el del partido ante Túnez, en el que se erraron 25 tiros. Lo mejor, sin embargo, era que Chema Rodríguez comenzó a encontrar canales de pase hacia el pivote.
Parecía claro que la tónica no iba a cambiar en la segunda mitad. Porque los dos equipos eran conscientes de que se estaban jugando una gran parte de sus posibilidades de acceder a las semifinales. Los dos puntos que se dirimían iban a tener validez, probablemente, también en la segunda fase. Por eso nadie se rindió, nadie bajó los brazos hasta la conclusión. Y la segunda parte adquirió una intensidad poco común. Dos grandes equipos, luchando por la supervivencia. Todo parecía abierto hasta el 18-18, cercano ya el ecuador del segundo tiempo. Pero allí España vivió uno de aquellos momentos que parecían ya olvidados, los minutos para el olvido. Falló Iker, falló Juanín, falló la estrategia de ataque y todo se vino abajo. Alemania se colocó con 18-21.
Era indispensable una reacción y, aunque Sterbik siguió parando a un gran nivel, a España le costaba encontrar el camino del gol. Y entonces, surgió un elemento con el que nadie contaba: la presión atenazó a los alemanes de tal forma que marraron cuatro ataques consecutivos y permitieron que España entrara de nuevo en el partido. Con un parcial de 5-0, el equipo de Rivera se situó con ventaja (23-21) y encaró el final del partido metido en la euforia. Defendió con 5-1, presionando, recuperando balones, lanzando contraataques y sacando provecho de la tensión en que se instalaron sus rivales, que habían perdido por tres amonestaciones a Kaufmann y a Preis. Así se ganó el partido más decisivo de este Mundial, así se llegó al final con una victoria de España que vale su peso en oro.
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