El Almería alcanza los cuartos por primera vez

El Almería, que transita por la parte baja de la clasificación de la Liga, se dio ayer un alegrón al colarse, por primera vez en su historia, en los cuartos de final de la Copa del Rey. Lo hizo endosando ocho goles en dos partidos al Mallorca de Michael Laudrup. Tras la debacle, el entrenador danés valoró con dureza el papel de sus hombres sobre el terreno de juego: "con todos mis respetos, no se pueden recibir ocho tantos de un equipo como el Almería. No se puede entender".

Quizá una explicación pase por la alineación inicial, para la que Laudrup tiró de los suplentes habituales, pese a haber reconocido en la previa que no todos sus futbolistas están para jugar a un buen nivel. Se demostró desde el mismo momento en que el Mallorca sacó del centro: en apenas 30 segundos, balón perdido y gol de Piatti, que con su 1'63 de estatura se permitió rematar de cabeza ante la pasividad de la defensa local y la salida en falso de Lux.

Era sólo el principio. Dos minutos después, Ulloa lanzó un contragolpe que Juanma Ortiz acabó empujando a la red. Con el 0-2, Nsue envió un disparo al palo, y ahí se acabó la reacción mallorquinista, que no pasó de un dominio estéril de la pelota. Antes del descanso, repitieron los dos goleadores del Almería: Juanma Ortiz firmó el mejor de la tarde, tras juguetear como quiso dentro del área ante los centrales del Mallorca. Los mismos que luego permitieron a Piatti colocar, sin oposición, un zurdazo desde la frontal.

Lo hizo todo bien el Almería en una primera parte de ensueño. Con la clasificación resuelta, los de José Luis Oltra bajaron las revoluciones y dejaron que una chispa de orgullo local alumbrase la segunda mitad. Para entonces, buena parte del público había abandonado ya Son Moix. El Mallorca dio tres veces en cinco minutos, un gesto insuficiente para enmendar la catástrofe, pero revelador en cuanto a las flaquezas de los dos equipos que se enfrentaban.

El tanteo final de la eliminatoria, 8-6, retrata a dos conjuntos de vocación atacante, sí, pero con tremendas lagunas defensivas y, sobre todo, una preocupante falta de concentración. Los románticos dirán que hizo acto de presencia la famosa magia de la Copa del Rey.

Mallorca 3 - Almería 4