Aparece Messi el travieso
La picaresca del argentino decide un partido intenso, muy bien jugado por los dos equipos y mal arbitrado
El repertorio de Messi es ilimitado y sorprendente, difícilmente se repite; cada vez parece mejor futbolista y más ambicioso, para suerte del Barcelona. Apareció Messi el travieso, una versión imprescindible para que los azulgrana abatiesen al Villarreal, que llevaba tres temporadas seguidas puntuando en el Camp Nou. La picaresca de La Pulga, listo en el desmarque y fino en el tiro, resolvió un partido de alto voltaje, muy intenso y de máxima dificultad para los dos equipos, que se batieron con ambición y grandeza, siempre en busca de la victoria. Ni siquiera la mala actuación del colegiado interrumpió el excelente diálogo futbolístico.
El triunfo cayó del lado del Barcelona, seguramente por la condición de local, porque expuso más en el juego y porque tiene a Messi, que canta gol cada vez que se calza las botas y ya lleva siete partidos seguidos anotando, 66 goles en 69 jornadas. Al Villarreal le faltó, sobre todo, Messi. La suya fue, en cualquier caso, una actuación muy meritoria, propia de un equipo que pretende discutir el bipartidismo de la Liga, por más que la clasificación de hoy le desmienta.
Barcelona 3 - Villarreal 1
Barcelona: Valdés; Alves, Puyol, Abidal, Maxwell (Adriano, min.85); Sergio Busquets, Xavi (Mascherano, min.89), Iniesta; Pedro, Messi y Villa (Keita, min.71).
Villarreal: Diego López; Ángel, Musacchio, Marchena, Capdevila; Bruno, Borja Valero (Jefferson Montero, min.77) Cazorla; Cani (Senna, min.70), Nilmar y Rossi (Rubén, min.84).
Goles: 1-0, min.21: Villa. 1-1, min.27: Nílmar. 2-1, min.58: Messi. 3-1, min.83: Messi.
Árbitro: Delgado Ferreiro, del comité vasco. Mostró cartulina amarilla a Abidal (min.36), Borja Valero (min.45+), Puyol (min.67), Ángel (min.74) y Senna (min.90+).
Incidencias: Partido correspondiente a la undécima jornada de la Liga, disputado en el Camp Nou 80.766 espectadores, según datos oficiales. En el palco de honor estuvieron los reyes de Jordania.
Ausente Piqué, el Barcelona acampó en cancha ajena para acortar el campo y las jugadas e inutilizar el fútbol de bricolaje del Villarreal. Apretaron los azulgrana de manera tan intensa y precisa que ofrecieron un rondo estupendo de un cuarto de hora. Jugaban los titulares a un toque, mezclaban en corto y en largo, las triangulaciones se alternaban con los cambios de orientación y se sucedían las llegadas al área amarilla. Los delanteros tiraban muy buenos desmarques y los medios se movían de forma muy sincronizada, unos y otros a una excelente velocidad, difícil de anular incluso para un equipo tan bien organizado como el Villarreal. A los barcelonistas, sin embargo, les faltó precisión, como ya es costumbre, para rematar la contienda. Excelente técnicamente, el Barcelona no tiene tiro ni pegada a corta ni media distancia. Únicamente cuenta con un punta concreto, Villa, el único que consiguió batir a Diego López.
Villa recuperó la pelota en su propia cancha, se la dio a Xavi y se fue disparado hacia la portería a la espera del pase de Iniesta. El Guaje eliminó con un regate a Marchena y remató cruzado a la red. Messi y Pedro se plantaron acto seguido frente a Diego López después de un pase filtrado de Xavi y la hinchada ya cantaba el segundo gol cuando el linier pitó un inexistente fuera de juego. La actuación arbitral descentró al entrenador, al equipo y a la afición barcelonista y el partido giró a favor del Villarreal, que siempre supo estirarse muy bien a partir de Nilmar y Rossi, dos delanteros que atacan el espacio de forma sensacional, muy rápidos y que exigen del rival una tensión defensiva extrema. Los centrales azulgrana no siempre encimaron y achicaron bien y al Villarreal le alcanzó con una oportunidad para empatar el partido en la jugada siguiente al gol anulado a Pedro: Nilmar sorteó a Abidal y Puyol y remató con la zurda.
El gol animó al Villarreal, que procuró repetir la jugada a menudo y durante un buen rato sacó del partido al Barça, muy sensible y desenfocado, contrariado con el árbitro, despedido al descanso con una visible pañolada. La gent blaugrana estaba a disgusto en el campo y Messi no encontraba la manera de salir ganador de un mano a mano con los zagueros del Villarreal, cada vez mejor cerrado y también más asentado en la cancha. A La Pulga, sin embargo, no le gusta que murmuren sobre su actuación y al rival no le conviene despistarse cuando el argentino anda de por medio en una jugada. Xavi sacó una falta en corto sobre Messi, que tiró la pared con Pedro, y La Pulga picó el balón con la derecha, prácticamente sin ángulo, frente al portero: 2-1. Ahora eran los jugadores del Villarreal los que protestaban a Delgado Ferreiro por dar validez al tanto. Ningún barcelonista había pedido aparentemente distancia y por tanto los muchachos de Garrido penaron por desatender el juego a balón parado.
Decantado de nuevo el marcador, los azulgrana ya no se dejaron sorprender otra vez y cerraron el triunfo con un segundo gol de Messi, nuevamente pillo y travieso, puede incluso que en fuera de juego, decisivo al poner la punta del pie para dejar la pelota en la red. Había demasiado en juego como para que se repitieran las concesiones del Barça, más esforzado que nunca por tumbar a un señor rival.
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