El Athletic se divierte
El Zaragoza solo resiste 10 minutos la euforia rojiblanca
Si algo no se puede hacer en San Mamés es discutir estados de ánimo. Solo los muy poderosos le han aceptado al Athletic la intensidad que suele proponer cuando le afecta la euforia . El Zaragoza era el rival menos dotado para asumir el ritmo de Gurpegui y Javi Martínez, la inteligencia de Susaeta o el estajanovismo de Toquero. Demasiado sudor para un equipo que acude a cada cita con el sudor frío. Por eso se encontró con un gol a los 10 minutos. Por eso y porque el Athletic, más allá de su dominio de las máquinas de esfuerzo, entendió de salida que por su costado derecho, es decir, por el de Ponzio, había una autopista sin peajes, sin policía de tráfico y sin radares. Vía libre para Susaeta, espléndido por habilidad e inteligencia; para Toquero, espléndido por intensidad y perseverancia; para Muniain, incluso, que jugando en la izquierda se asomó a menudo a ese mirador, visto que por allí se circulaba sin frenos y a lo loco.
ATHLETIC 2- ZARAGOZA 1
Athletic Club: Iraizoz; Iraola, San José, Ustaritz, Koikili; Susaeta, Gurpegui, Javi Martínez, Muniain (Gabilondo, min.80); Toquero (Ibai Gómez, min.66; Igor Martínez, min.71) y Llorente.
Real Zaragoza: Doblas; Diogo, Lanzaro, Contini, Ponzio; Pinter; Braulio, Gabi, Ander Herrera (Boutahar, min.62), Bertolo (Marco Pérez, min.71); y Sinama Pongolle (Jorge López, min.82).
Goles: 1-0, min.11: Iraola. 2-0, min.23: Llorente. 2-1, min.94: Braulio.
Árbitro: Ramírez Domínguez (Comité Andaluz). Expulsó a Pinter, en el minuto 52, por doble tarjeta amarilla. Además, mostró tarjeta amarilla a los locales Susaeta, Ustaritz, San José, y a los visitantes Ponzio, Diogo, Sinama Pongolle y Braulio.
Incidencias: Unos 36.000 espectadores en San Mamés. Tarde fresca y terreno de juego en buenas condiciones. Séptima jornada de Liga.
El Zaragoza solo tenía una lección presuntamente aprendida: tapar a Llorente con el grandullón húngaro Pinter por delante y los centrales italianos por detrás. Y, por más que descosían a Ponzio, ni un solo central salía al cruce cada vez que el argentino era superado por unos y otros. Así construyó dos goles, uno de fuerte disparo de Iraola y otro, el más doloroso para el Zaragoza, de Llorente tras un jugadón de Susaeta.
En 23 minutos se había quemado el libro del partido. Nada de lo estudiado le valía al Zaragoza, que, además, sufrió la expulsión de Pinter al comienzo de la segunda mitad. Un daño moral y numérico solo comparable al que sufrió el Athletic cuando el joven Ibai Gomez se lesionó a los cinco minutos de debutar. La Catedral se calló, tranquila por el resultado, un poquito acongojada por el infortunio del debutante. Y el Zaragoza marcó un gol, de Braulio, en el último segundo. Fue el gol del silencio.
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