El Madrid patina en casa del pobre
El Levante, con una épica defensa, empata ante un conjunto blanco muy espeso
El público de pie, exultante, para despedir a un equipo que había volado muy por encima de sus posibilidades. Y sus jugadores abrazándose unos a otros, y a los corteses rivales que se dignaron a saludarlos (Xabi Alonso y Pedro León), entusiasmados, conscientes de haber logrado una gesta. Anular al gigante madridista. Mourinho se quedó sin excusas. Ni el campo ni la acumulación de partidos ni el súrsum corda. El Madrid se atasca fuera de casa, donde a duras penas ha empatado en Mallorca, ha ganado sin merecerlo en Anoeta y ayer volvió a igualar ante el equipo más pobre de la categoría, hecho de retales de aquí y allá, de jugadores que no quería nadie, dirigidos por un capitán de 35 años, Ballesteros, cabecilla de un grupo muy orgulloso de su trabajo. Fuera del Bernabéu, Özil desaparece y Khedira enlentece la salida del balón. A eso se unió el mal estado de Higuaín y la falta de puntería de Ronaldo. Pedro León fue la mejor noticia para el Madrid: entró para el arreón final y creó media docena de ocasiones de gol. Eso, y la vuelta a la posición de central de Sergio Ramos, muy riguroso en la labor defensiva.
Levante 0 - Real Madrid 0
Levante: Reina, Cerra, Ballesteros, Nano, Del Horno, Xisco Muñoz, Sergio, Xavi Torres, Juanlu (Xisco Nadal, m.86), Nacho González (Rubén, m.49) y Stuani (Rafa Jordà, m.67).
Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Sergio Ramos, Carvalho, Marcelo, Khedira, Xabi Alonso, Cristiano Ronaldo, Ozil (Pedro León, m.62), Di Maria (Benzema, m.62) e Higuaín.
Árbitro: Delgado Ferreiro, del comité vasco. Amonestó a los jugadores locales Cerra, Del Horno, Rafa Jordà, Xisco Nadal, Xisco Muñoz, y a los visitantes Di María, Sergio Ramos. Expulsó al médico del Real Madrid, Juan Carlos Hernández, en la recta final del partido.
Incidencias: Partido correspondiente a la quinta jornada del campeonato nacional de Liga disputado en el estadio Ciutat de Valéncia ante 18.326 espectadores. Antes del inicio del encuentro el Levante homenajeó a los jugadores del Real Madrid campeones del mundo.
El Levante plantó dos líneas defensivas de cuatro tan juntas como le era posible, abriendo y cerrando el acordeón. Aunque eso supusiera apenas salir de su campo. Su público, consciente de la distancia sideral de potencial, no se lo iba a reprochar. La intensidad defensiva es máxima en el Levante, que subió a Primera en gran parte gracias a ella, y Ballesteros así se lo hizo saber a Juanlu, el interior izquierda, en una bronca que no admitió réplica. Feliz del 0-0, la grada granota despidió a su equipo en el descanso con una ovación.
A pesar de su control de centro del campo, el Madrid encontró pocos espacios. Casi siempre por las esquinas, bien Di María por la derecha bien Ronaldo por la izquierda, habilitados por el fino pase de Özil o por el desplazamiento en largo de Xabi Alonso. Cristiano volvió a asumir casi todo el protagonismo, por las buenas o por las malas. Desafortunado en el remate final, su productividad no admite dudas. Es el atacante más activo del Madrid: cabecea cruzado (y detiene Reina en una gran estirada), remata desviado ante la salida del meta tras un enorme envío de Alonso, sirve con un pase a Di María...
Pero también en esa vena arrabalera que le llevó a pegarle una patada a Del Horno cuando el balón estaba en otro lado. Se salvó porque no lo vieron los árbitros. Pero no evitó que Mourinho se encarara con Del Horno (viejos conocidos de su estancia en el Chelsea) y, a continuación, Luis García, el técnico granota, se lo recriminara a gritos a su colega. Un espectáculo de esos en los que después Mourinho, sentado en su casa, no se reconoce. Tal vez avergonzado, el técnico luso se pasó el resto de la primera parte sentado en el banquillo.
El Levante estaba tan crecido que Ballesteros se puso a vacilarle a Ronaldo en la salida del balón de la defensa granota. Una paradita con el pecho por aquí y un toquecito sutil por allá. Y la grada se entregó definitivamente a su equipo, que salió ganando con el cambio de Nacho González, lesionado, por el mucho más veloz Rubén, hijo de Cundi, aquel lateral izquierdo del Sporting.
Como veía que se le iba el partido, Mourinho agitó el banquillo y recurrió Benzema y Pedro León, recibido entre aplausos por su pasado levantinista. Sacrificados Di María y Özil, Mou mantuvo, sin embargo, a Khedira, poco fluido en las transiciones defensa-ataque. Y sí, Pedro León enseñó ese centro enroscado que patentó en el Getafe, pero Benzema se durmió en el remate.
A falta de cinco minutos, el Levante empezó a acusar el esfuerzo. Y cada ataque del Madrid, sobre todo por el magnífico pie de Pedro León, se convirtió en una amenaza, defendida con el alma por la exhausta zaga granota. Una defensa épica que encendió el Ciutat de València.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.