Un campeón pantagruélico
Monólogo y nueva exhibición de Navarro y del Barça en la final ante un limitado Valencia
El Barça no es de este mundo, no del que habitan hoy por hoy el Valencia, el Real Madrid o el Caja Laboral. Se mueve en otra dimensión. Hizo suya la Supercopa con una solvencia que anonada, para la que no se advierte réplica y menos la de un Valencia meritorio pero dejado de la mano de Augustine y Javtokas, dos pívots recién fichados pero lesionados. El Caja Laboral logró sorprender al Barça y le arrebató la pasada edición de la Liga. Un golpe durísimo para el hasta entonces campeón de todo. La gesta de los vitorianos ha propiciado el despertar de la bestia y de su voracidad. El Barça, con el mismo equipo con el que ya arrasó en la Euroliga y la única novedad de Perovic, otro gigante para dotarle si cabe de mayor densidad e intimidación en la zona, ha demostrado que sigue en su línea de aplicada excelencia.
Barcelona 83 - Valencia 63
Regal Barcelona (26+14+23+20): Sada (1), Navarro (22), Mickeal (17), Morris (5), N''Dong (13) -cinco inicial-, Lorbek, Rubio (2), Roger (4), Vázquez (6), Basile (12), Perovic (1), Lakovic.
Power Electronics Valencia (21+8+18+16): Cook (1), Martínez (4), Richardson (10), Savanovic (16), Lishchuk (11) -cinco inicial-, De Colo (4), Claver (8), Sundov (9), Simeón.
Árbitros: Hierrezuelo, Redondo, Jiménez. Eliminado De Colo (m. 40).
Incidencias: Final de la VII Supercopa disputada en el Buesa Arena de Vitoria ante 9.600 espectadores.
Pascual exprime al máximo el camión de talento que conduce. Su premisa se basa en un juego solidario, intenso de principio a fin, agresivo cuando es necesario, perfectamente estudiados los relevos, los altibajos de los partidos, los puntos fuertes y débiles de los rivales. El talento de sus jugadores sale a relucir sin perderse en efectismos baratos, empezando por Navarro, que se mueve como pez en el agua y sobrevoló la final, todo el torneo.
El Barça salió a galope tendido, como si el partido no fuera sino una prolongación de su arrolladora demostración del día anterior ante el Real Madrid. Navarro revolucionó el juego y apabulló a la defensa del Valencia, que tuvo mil y un problemas para tomarle la medida. Rafa Martínez no podía con él y las ayudas de sus compañeros no enmendaron la plana. Navarro enlazó 10 puntos consecutivos, la misma diferencia que reflejaba el marcador cuando solo habían transcurrido tres minutos (14-4). Empezaba a tomar cuerpo la idea de una final presidida por el monólogo del Barça. Tres minutos más ratificaron la presunción (24-7), con Mickeal en vena de aciertos y el Barça, pese a todo, relajado, sin necesidad de grandes alardes, con Morris todavía a medio gas, todavía sin entrar en acción Basile, Vázquez, Lorbek o Ricky Rubio, al que Xavi Pascual, tras su decepcionante papel en el reciente Mundial con la selección, ha relegado al banquillo en beneficio de Sada.
El Valencia logró cambiar ligeramente el cariz de los acontecimientos con un buen final en el primer cuarto y un parcial de 2-14 merced sobre todo a la brega y los rebotes de Lischuk y Sundov, algunas acciones de Savanovic y a una buena puesta en escena de De Colo. Se situó a cinco puntos (26-21). Un espejismo.
El Barça ajustó de nuevo las piezas. Volvió a exhibir Mickeal su majestuosa superioridad en los uno contra uno, volvió a escaparse como una anguila Navarro de Rafa Martínez, de Cook, de quien le pusieran por delante, volvió a hacer valer su velocidad y agilidad Ndong bajo el aro, volvieron a aportar defensa, velocidad, agresividad y hasta puntos los suplentes como Grimau o Basile. Y a eso se añade el asombroso acierto desde más allá de la nueva línea de triples, como si para el Barça no se hubiera alejado medio metro como para todos los demás. Siete le metió al Valencia, tres de Navarro, el mejor de la final, recompensado, por supuesto, con el trofeo MVP. No hubo color.
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