Discreta victoria en soledad
Gradas vacías y poco fútbol en el regreso a Europa del Getafe
Si obviamos el áspero trámite estival ante el Hapoel Nicosia, el partido suponía el regreso oficial del Getafe a la competición europea. Pero el ambiente en el Coliseum nada tuvo que ver con aquel memorable 10 de abril de 2008. Aquella noche de jueves ante el Bayern de Munich tuvo fiesta y drama, orgullo y tragedia, épica y lírica, honor y muerte. Ahora, nada fue igual ni parecido. La grada presentó un panorama desolador. Apenas 2.000 aficionados desperdigados por los asientos que destinaron sus primeros gritos a criticar la política de precios del presidente Ángel Torres. Los socios pagaban entre 15 y 30 euros y el público en general entre 50 y 80 euros. Y muy pocos pasaron por taquilla. Con un ambiente y una acústica propia de un partido de Regional, la puesta en escena remitió más a un entrenamiento que a un partido de competición europea. Olvidan los dirigentes que para vivir aquellos banquetes pantagruélicos con la elite europea sobre el césped y la monarquía en el palco, hay que rendir pleitesía a partidos anónimos y monótonos como éste.
Getafe 2 - Odense 1
Getafe: Codina; Víctor Sánchez, Cata Díaz, Marcano, Mané; Boateng, Borja (Casquero, m. 46); Arizmendi, Parejo (Pedro Ríos, m. 72), Gavilán (Miku, m. 5) y Colunga. No utilizados: Ustari; Torres, Mario y Mosquera.
Odense: Carroll; Helveg (Caca, m. 46), Troest, Haland, Sorensen; Traoré, Andreasen; Gislason, Johansson (Toft, m. 77), Kadrii (Feldballe, m.85); y Utaka. No utilizados: Hansen; Christensen, Johansen, Djemba-Djemba y Absalonsen.
Goles: 0-1. M. 44. Arizmendi (p.p.). 1-1. M. 50. Arizmendi. 2-1. M. 80. Pedro Ríos.
Árbitro: M. Courtney (IRL). Mostró tarjeta amarilla a Boateng, Casquero, Gislason, Mané, Toest y Pedro Ríos.
Unos 2.000 espectadores en el Coliseum.
Tan frío arrancó el encuentro que a los tres minutos, en su primera arrancada, se rompió Gavilán obligando a Michel a recolocar sus peones con la inclusión de Miku. Incapaces de alcanzar sensaciones competitivas, los jugadores interpretaron la primera mitad como un trámite físico sin orden ni sentido. El despropósito quedó retratado en el gol de los daneses. Una ingenua falta lateral sacada por Andreasen fue rematada en propia puerta por Arizmendi.
El primer recambio para rescatar el encuentro del sopor fue el capitán Casquero. Su empuje contagió al grupo y a los cinco minutos de la reanudación, Arizmendi, esta vez en la portería adecuada, remachó a puerta vacía una dejada de Cata Díaz. El empate apenas edulcoró la realidad de una noche sin alma y sin fútbol. Pero la inercia y el voluntarismo de los de Michel les llevó a la victoria mediante un zapatazo de falta de Pedro Ríos a la escuadra de Carrol.
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