Contratos de sumisión
Red Bull y Ferrari dan continuidad a Webber y Massa a cambio de fidelidad a las consignas del equipo
Dos importantes contratos fueron firmados la semana pasada en el mundo de la F-1. Red Bull amplió un año el contrato con su piloto Mark Webber, mientras que Ferrari decidió conceder otros dos años a Felipe Massa. La negociación se cerró justamente después de que en el Gran Premio de Turquía se produjera el incidente entre Webber y Sebastian Vettel, que le costó a la marca de las bebidas isotónicas un doblete más que probable. ¿Por qué de repente tanta prisa para asentar las cosas en los equipos? Simplemente, para evitar que este tipo de situaciones vuelvan a reproducirse entre los equipos que están luchando por el campeonato.
Los contratos que firmaron Webber y Massa no llevan cláusulas de sumisión a las órdenes de equipo, simplemente porque están prohibidas. Sin embargo, todo el mundo intuye que la oferta de las escuderías no llega de vacío. "No hay órdenes de equipo", asegura Pedro de la Rosa, piloto de Sauber que en Turquía fue frenado por su equipo para que no intentara adelantar a su compañero Kobayashi con el fin de evitar problemas y asegurar el primer punto para la escudería. "No me molesté", afirmó ayer el piloto español. "Entendí que era una cuestión estratégica del equipo. En su lugar tal vez yo hubiera hecho lo mismo. Y, por mi parte, estoy seguro de que pronto tendré ocasión de ganar algún punto".
Sobre los motivos que indujeron a Ferrari y Red Bull a avanzar la contratación de sus dos pilotos secundarios, De la Rosa explica: "Cada equipo tiene su política de contratos. Pero es bueno dar tranquilidad al piloto para que sepa que cuentan con él. Así se evitan situaciones que pueden hacer perder un Mundial a una escudería". Más claro que el agua. El accidente que se produjo en Turquía entre Vettel y Webber cuando el australiano lideraba la carrera y el alemán intentaba adelantarle, le costó un montón de puntos a Red Bull: de copar las dos primeras plazas, se encontró con Vettel retirado y con Webber, tercero. Y nadie quiere que eso se repita. Hubo discusiones internas, acusaciones entre los pilotos, discrepancias con el director de la escudería. Y al final llegó la renovación de Webber. Un signo de fortaleza del equipo por encima de los pilotos, pero también un aviso: seguiréis juntos, por tanto, cuidado.
La guerra que estalló en Red Bull, es similar a la que ya se está produciendo en McLaren y a la que amenaza de llegar en Ferrari. En la escudería británica, Lewis Hamilton y Jenson Button no se resignan a ser segundones. Son dos pilotos campeones del Mundo y ambos mantienen muy vivas sus aspiraciones de título. Por tanto, ninguno de los dos quiere aceptar órdenes de equipo camufladas. Button tenía una cara de perro herido cuando acabó la celebración del triunfo de Hamilton, porque entendía que había sido víctima de un engaño: el equipo le dijo que redujera el régimen del motor porque se estaba quedando sin gasolina. Lo mismo que le habían dicho a Webber, antes del incidente. Pero Webber, de 33 años, sabe que se está jugando la última oportunidad de ganar el título mundial de pilotos y no quiere renunciar, ni ceder el paso a Vettel, que tiene 22.
Lo mismo ocurre entre Button y Hamilton. Y también entre Fernando Alonso y Felipe Massa en Ferrari. El problema en Ferrari es menos acuciante dada la superioridad que está demostrando el asturiano sobre su compañero. Pero si las cosas se igualan, y no es descartable, el problema adquiriría otras dimensiones. Por eso, la escudería italiana firmó dos años más a Massa... y también para acercarse más a Jean Todt, cuyo hijo, Nicolás, es el representante del piloto brasileño. No es que le exijan que ayude a Alonso a ganar el título, pero el propio piloto sabe ahora que si las cosas se ponen duras, el equipo elegirá al candidato al título y el otro piloto deberá ayudarle. Y no hay que olvidar que en 2002, Ferrari obligó a Rubens Barrichello a frenar para dejarse adelantar por Michael Schumacher en aquel polémico Gran Premio de Austria, bajo la amenaza de rescindirle el contrato. Y no fue el único equipo. En 1998, en Australia, McLaren obligó a Coulthard a dejarse pasar por Hakkinen sin ningún reparo. Aquello obligó a prohibir las órdenes de equipo. Pero sea por real decreto o por estrategia, los equipos siguen mandando... y los pilotos, obedeciendo.
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