El Nuevo Colombino, punto de inflexión para el Atlético

El pasado 6 de enero, el Atlético tocó fondo. A su turbulenta trayectoria en la Liga y a su errático despliegue sobre el terreno de juego, se le unió una contundente derrota en la Copa del Rey, frente al Recreativo, que condujo a adoptar decisiones drásticas a su técnico. "Se requiere una cirugía importante", expuso entonces Quique Sánchez Flores, que unas semanas atrás había tomado las riendas de un equipo agrietado. "Tengo que buscar a futbolistas que no me defrauden, deben replantearse su profesión", incidió.

Las palabras del preparador retumbaron con fuerza en el vestuario del Atlético. El espigado De Gea selló la portería, Reyes se afinó y los arietes ganaron frescura. Desde aquella noche, su equipo enderezó el rumbo en la Liga, donde flirteaba con los puestos de descenso; tomó vía directa hacia la gloriosa noche de Hamburgo para conquistar la Liga Europa, primer cetro internacional conquistado por los rojiblancos desde hace 48 años; y se catapultó hacia la final de Copa que disputa esta noche.

No obstante, fiel a su guión, el camino del Atlético hasta la inédita final del Camp Nou contra el Sevilla no ha estado exento de espinas. Una trayectoria que no admite medias tintas, con cuatro triunfos, un empate, tres derrotas y 21 goles en ocho encuentros. El arranque, frente al Marbella, equipo de Segunda B, fue plácido. Quique se estrenó en el banquillo rojiblanco con un 0-2 en la ida y resolvió de un plumazo la vuelta (6-0).

Posteriormente, en la ronda de octavos, llegó la dolorosa noche de Huelva, en la que los rojiblancos fueron volteados por el Recreativo (3-0) tras una prematura e infantil expulsión de Ujfalusi. El Atlético se conjuró y reaccionó con fiereza en el Calderón. Simao, Agüero, en dos ocasiones, y Ujfalusi encarrilaron la remontada, pero el tanto de Carmona aderezó con una dosis de suspense la eliminatoria. Al final, un soberbio disparo de Simao a la escuadra cuando el choque agonizaba certificó el pase rojiblanco.

El Celta, otro equipo de Segunda, fue el rival en cuartos. El conjunto de Eusebio plantó cara al Atlético en el coliseo rojiblanco, donde arañó un valioso empate (1-1) que volvió a encender las alarmas. Sin embargo, Forlán, rifle en mano, aniquiló a los gallegos en Balaídos y obtuvo el billete para las semifinales, en las que el Atlético se toparía con el Racing. El cuadro cántabro salió magullado del Calderón tras encajar un inapelable 4-0 (con goles de Simao, Reyes y Forlán, por partida doble) que tradujo el enfrentamiento de vuelta en El Sardinero (3-2) en un puro trámite.

La Romareda, último referente

La de hoy será la decimoctava final de Copa que disputa el Atlético, que con nueve cetros es el cuarto equipo más laureado de la competición tras el Barça y el Athletic. Sin embargo, el equipo rojiblanco no alza este título desde 1996, la célebre temporada del doblete. El 10 de abril de aquel año, los colchoneros, dirigidos por Radomir Antic desde el banquillo y por su compatriota Milinko Pantic desde el terreno de juego, tumbaron al Barça en la prórroga de la final disputada en La Romareda.

Cuatro años despúes, el 27 de mayo de 2000, el Atlético jugó su fnal copera más reciente en Mestalla. Una cita de infausto recuerdo para Toni. El guardameta rojiblanco todavía recuerda cómo Tamudo, muy astuto, le birló el esférico cuando estaba a punto de sacar, le recortó en el área pequeña e introdujo el balón mansamente en las redes para frustración de la hinchada atlética y algarabía de los seguidores españolistas. Por si acaso, esta noche, Neptuno vuelve a vestirse de gala.