Vinokúrov surge del infierno vestido de rosa

"Si Bahamontes hubiera nacido en Ámsterdam", ironiza Tim Krabbé en 'El ciclista', "habría sido limpiacristales". Y, se podría añadir 30 años después, si Carlos Sastre hubiera nacido entre diques, tulipanes y dunas inquietas azotadas por el viento del mar del Norte, en vez de entre los rocosos granitos de El Barraco, malditas las ganas que habría tenido de hacerse ciclista profesional, trabajo que en Holanda consiste en jugarse la vida, lo mismo en carreteras modificadas para que los coches no pasen de 40 que en las largas rectas abiertas al viento frío donde el corredor para sobrevivir debe simplemente intentar ser más bruto que los elementos. O que sus colegas al menos. En tal tarea se aplicaron hoy con igual denuedo y desigual fortuna dos equipos, el Sky y el Columbia, de corredores que han mamado el ciclismo en los velódromos y que quisieron rendir homenaje a sus héroes, los hombres del Ti-Raleigh de Peter Post.

Entre ambos, incendiados además por si aún no tuvieran motivación suficiente por el ardor guerrero de Vinokúrov y sus Astanas, convirtieron en un tormento espectacular los últimos 120 kilómetros, planos como algo sólo puede ser plano en Holanda, y erizados de minas, en forma de cruces, curvas, rotondas, cambios de dirección... Se multiplicaron los abanicos y los cortes, y las caídas, como la víspera, y, como el día anterior, Carlos Sastre fue uno de los favoritos que perdió tiempo: 46s en el caos final, desencadenado tras una caída del Sky en pleno -Wiggins y los suyos, ebrios de placer al verse hermosos cortar el viento, no midieron su velocidad exagerada se empotraron contra una valla en una cerrada curva a izquierdas, con ellos se llevaron también a Pablo Lastras, que recibió un fuerte golpe en el coxis-, pérdida en la que el acompañó el líder saliente, Cadel Evans, bravo en la defensa imposible de su prenda. Sólo Basso, Vinokúrov y Nibali llegaron delante, indemnes. Si la soberbia del Sky, su gusto por meter cuneta, de hacer incómoda la marcha a los demás, el exhibicionismo de su estilo, recibió su castigo en forma de caída, la del Columbia, el mismo grupo que organizó con Armstrong el abanico antiContador en el Tour, lo recibió cuando a la salida de la curva final su 'sprinter' alemán Andre Greipel -aquel del que su compañero Cavendish dijo que era tan malo que él en mala forma siempre le ganaría?perdió la rueda de su compañero lanzador Matthew Goss y dejó que se le colara el hábil belga Wouter Weylandt, que ganó la etapa. Perdió, con ello, Greipel también una bonificación que le habría hecho líder, por lo que la 'maglia' rosa recayó en Vinokúrov, que ni es joven ni italiano ni ha sido honesto, pero que multiplica los fuertes gestos simbólicos en el primer año de su regreso tras la sanción por dopaje: el liderato del Giro llega apenas 15 días después de haber ganado su segunda Lieja-Bastogne-Lieja. Sastre ya está a 1m 40s.

Indemnes quería a los suyos Eusebio Unzue, el director del Caisse d'Épargne, un equipo joven pastoreado por los veteranos Lastras y Bruseghin y sin especiales aspiraciones para la general. "Eso les dije: 'llegad a Italia vivos, que estas etapas son muy peligrosas", dijo Unzue, que se los llevó anoche -avión a Turín- vivos, pero renqueantes, molidos, y que criticó con dureza a la organización de la carrera. "Zomegnan, el director, busca espectáculo a toda costa y no se da cuenta de que para él llegar con 120 a Verona puede estar bien, pero que para nosotros perder aquí a un corredor importante, que se ha estado preparando específicamente para la carrera, por culpa de estos recorridos es un desastre". Sólo David Arroyo de entre los suyos llegó con el primer grupo.

"Y esto no es nada comparado con la que se puede preparar en el Tour en las etapas de pavés, también incluido para dar espectáculo", prosigue Unzue. "Hay una serie de equipos, los Sky, los Garmin, los Columbia, para los que ese tipo de etapa son su terreno de lucimiento y no pondrán las cosas nada fáciles a los demás". La presencia de Vinokúrov entre los instigadores de los abanicos mortíferos camino de Middelburg ayer debería, sin embargo, suponer un alivio para su compañero y líder Alberto Contador. "Queríamos hacer abanicos", dijo Vinokúrov, quien, si no juega en el pavés a ser Armstrong con su coequipier, debería ser el mejor protector del chico de Pinto en un día cuya importancia cada día se agiganta.

El Giro descansa mañana en Cuneo y regresa el miércoles, con una contrarreloj por equipos.