La vida es bella
Corona estudia Derecho, es un cinéfilo, le gusta la política y juega a fútbol en el Almeria
"La antropóloga Kimberly Theidon, una profesora asociada a la Universidad de Harvard, sacó a mitad de la década de los noventa un estudio sobre las violaciones de las mujeres en la guerra interna que sacudió Perú...", argumenta acerca del film La teta asustada, encuadrado en un plano frontal y con la catedral de Almería de fondo. Las palabras no borbotean de la directora de la película, sino del centrocampista del Almería Miguel Ángel García (Toledo; 1981), apodado Corona como hicieron en Talavera con su bisabuelo, abuelo y padre. Cinéfilo empedernido desde que su padre Miguel le descubrió Charles Chaplin con El gran dictador o Tiempos modernos, Cineclub Universitario de Almería le pidió, en condición de famoso, que hiciera una publicidad de los ciclos de cine que se hacen en la ciudad, fuera de los circuitos comerciales o hollywoodenses. "Me lo pidieron porque me veían siempre en el teatro donde emiten las películas", se arranca Corona, reacio a llamarse erudito en el tema porque dice que esto es una pasión pero el fútbol es su verdadera obsesión. Para su infortunio, hoy no se batirá con el Barça, recién recuperado de una rotura de fibras.
Corona pronto se dio cuenta que tenía un don con la zurda. Las categorías infantiles del Madrid lo hicieron cuando cumplió los 13 años, después de despuntar en el Torneo de Brunete con Castilla la Mancha. Allí se curtió hasta los 19 años, hasta que llegó al filial de entonces Paco Buyo junto a la Quinta de Pavón (Zaragoza), Bravo (Olympiakos), Borja Fernández (Valladolid) o Julio Álvarez (Mallorca). "No llegué a debutar con el primer equipo", recuerda. Lo fichó el Zaragoza -"No era ni el sitio ni el momento", reconoce- e inició un periplo de cesiones (Ejido, Albacete y Almería) que acabaron de curtirle. "He vivido para el fútbol", admite. Pero tiene un sinfín de inquietudes.
Casi cada semana y gracias a la ayuda de su novia Silvia, licenciada en Derecho, Corona se enfrasca en los libros, estudiante como es de cuarto también de Derecho, por más que tenga alguna asignatura suelta de tercero. "No es mi vocación", concede; "pero me atrae porque cada acto tiene una regulación, una ley...". Y remata: "No tengo la intención de ejercer, pero creo que es una formación que en el día de mañana me servirá". También se detiene siempre en la sección de política cuando lee los periódicos. "Al final, para poder quejarte, que es algo que nos gusta mucho en España, tienes que entender un poco", afirma. Y amplía: "Si pudiera, cambiaría los políticos; me da la sensación de que debería ser la profesión más vocacional y percibes que es un modus vivendi donde interesa más el poder que el ciudadano". El tiempo que le sobra, lo dedica al inglés, empeñado como está en alcanzar un nivel alto, y a la música.
Corona no se medirá con el Barça. "Cualquier elogio se le queda pequeño", conviene. Así lo ha hablado con Lillo, con quien se pega buenas charlas de fútbol. Pero si le quedan unos minutos, también habla con el delegado del equipo, Jorge Díaz, sobre el cine y su película favorita, La vida es bella.
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