El carnaval domesticado
"La intención de los participantes es transgredir las normas", dice el antropólogo Agirre - Citas hoy en Tolosa, Zalduendo y Mundaka
En tiempos en los que la transgresión ya no es noticia, el carnaval parece que se ha domesticado. Así y todo, en este fin de semana, miles de personas salen a la calle en Euskadi, desafiando al temporal. "No hay un carnaval, hay muchos, en función de la geografía y del tiempo, pero sí se puede confirmar que sus orígenes son precristianos", explica el antropólogo Antxon Agirre, que ha investigado el carnaval en el País Vasco y que trata de desmitificar presuntas singularidades.
"La intención de quienes participaban en el carnaval ha sido desde sus orígenes en las fiestas a Dionisos, Baco o Saturno, la juerga, transgredir las normas y el comer bien", explica. Así hay que entender muchas convocatorias del carnaval tradicional navarro o de los aratustes de Mundaka (Vizcaya). Hacia febrero, las reservas de la matanza del cerdo de noviembre comenzaban a escasear; así que en los pueblos se preparaban procesiones por los caseríos para pedir alimentos con el fin de organizar una comilona. "Los mozos se ponían los trapos que tenían en casa o pieles de animales, con los cencerros y otros instrumentos musicales y, luego, tras la comida, ya animados, hacían de las suyas", recuerda el antropólogo guipuzcoano.
Tolosa fue el único municipio que mantuvo su carnaval durante el franquismo
De orígenes precristianos, busca desmitificar presuntas singularidades
Todas estas tradiciones se han transformado con la actual opulencia. "Ya no se sale con esa necesidad de que va a ser un momento excepcional; ahora es más lúdico y, también, menos salvaje", apunta Agirre. Se refiere a cómo, hasta hace unas décadas, estos actos se celebraban muchas veces por la tarde-noche, con los mozos (no participaban ni las mujeres ni los niños) disfrazados, las caras pintadas, metiendo ruido. "Aquello tenía que ser aterrador, sólo imaginar el paso de estas cuadrillas por las calles y caminos de Alsasua o Lesaka", comenta citando dos localidades navarras donde el carnaval tradicional se ha mantenido vivo.
Otra de las expresiones de esta fiesta son las procesiones en carrozas o carros. Se conserva con más o menos fuerza, y destacan las de Tolosa, el único que se mantuvo durante el franquismo. Todavía se puede disfrutar hoy, mañana y el martes con el desfile a las once de la mañana.
En un carro le pasean durante toda la jornada de hoy a Markitos, protagonista del carnaval de Zalduendo (Álava), una de las citas más entrañables y divertidas. Markitos es un muñeco grotesco de tamaño natural, embutido de heno y disfrazado como un señorito de ciudad, al que se le acusa de todos los males que sufre el pueblo. Antxon Agirre destaca la virtud de estas celebraciones rurales que no cuentan con financiación del Ayuntamiento. "En este sentido, los carnavales se han desvirtuado absolutamente, como ocurre con su consentimiento por parte de la Iglesia, algo impensable hasta hace unos años".
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