El Madrid salda la cuenta pendiente
El equipo de Pellegrin se impone al fin en Riazor a un Deportivo escaso de argumentos
Después de 19 años de desastres, el Madrid venció al Deportivo en Riazor. Lo hizo con piedad. Pudo devorarlo y le dio vida cuando lo tenía contra las cuerdas. Comenzó demoledor, como si quisiera cobrar de golpe todas las facturas pendientes, pero se llevó un susto final tras someter a un rival menor, agotado tras una primera vuelta extenuante, sin apenas recursos futbolísticos y económicos ni argumentos para oponerse a equipos de nivel superlativo. Le sucedió en la visita del Barcelona y se repitió ayer. Lotina volvió a parar a sus jugadores al borde del área y ahí me las den todas. Y el Madrid le sacudió porque a sus centrocampistas se les concedió tiempo para elegir y en el fútbol la suma de talento y tiempo siempre suele acabar en gol.
DEPORTIVO 1 - REAL MADRID 3
Deportivo: Aranzubia; Laure, Colotto, Lopo, Manuel Pablo; Juca (Bodipo; min.86), Antonio Tomás; Juan Rodríguez, Valerón (Iván Pérez; min.55), Pablo Alvarez (Riki; min.75); y Adrián.
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Arbeloa, Albiol, Marcelo; Xavi Alonso; Granero, Kaká, Guti; Raúl (Drenthe; min.79) y Benzema.
Goles: 0-1; min.13, Granero. 0-2; min.40, Benzema. 1-2; min.87, Riki, de penalti. 1-3; min.91, Benzema.
Árbitro: Ayza Gámez (Colegio valenciano). Mostró amarilla a Juca (min.64), Manuel Pablo (min.82) y Juan Rodríguez (min.93), por parte del Deportivo.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la vigésima jornada disputado en el estadio de Riazor, que completó aforo (34.600 espectadores). Los dos equipos salieron al terreno de juego con camisetas de ánimo al brasileño Filipe Luis, lesionado de gravedad en el encuentro del pasado fin de semana ante el Athletic de Bilbao.
Siempre cómodos, Kaká y Guti no cesaron de intercambiar posiciones, de recibir y levantar la cabeza, pero especialmente activo estuvo Granero, que no dudó en pedir la pelota y cargar con el peso del Madrid, siempre listo para asociarse y con un variado repertorio, hábil en los espacios reducidos y eficaz para jugar en largo.
Fue el empuje de sus centrocampistas el que condujo al Madrid hacia la victoria, aun a costa de despreciar los costados, donde no busco el dos contra uno y los fio como es costumbre a Arbeloa y Marcelo, que pasaron de puntillas.
La respuesta del Deportivo fue tan simple que, por momentos, pareció indecente para un equipo que va quinto en la Liga. Buscó en largo a Adrián, su único delantero, un punta en el que Lotina ve más condiciones de las que muestra y que tiene una inquietante capacidad para tomar malas decisiones con la pelota en los pies. Ayer bastante tenía con cazar alguna, pero, cuando lo consiguió, buscó de manera pertinaz el uno contra uno. Sus compañeros le ahogaron con balones imposibles y él les devolvió el favor, incapaz de temporizar para darles salida. Se generó así un bucle en el que Deportivo nunca dejaba de defenderse.
Nada cambió hasta el descanso. Marcó el Madrid bien temprano, después de que el cerco le brindara dos claras ocasiones para conseguirlo. Lo logró Granero en un error de Laure, un probo lateral que no pudo hacer carrera en la casa blanca. Acudió a despejar un balón que era de Lopo y desatendió el espacio que tenía que cerrar.
Nada cambió, el Madrid buscó la yugular del Deportivo con llegadas de hasta siete jugadores al área, con Xabi Alonso de único sostén en la medular, sin las interferencias que genera el doble pivote para demostrar que ante casi todos los rivales de este campeonato a Pellegrini le sobra con dos pilares defensivos por delante de la defensa. Retirar la escolta a Alonso supone sumar por delante de él y comprar papeletas para que surja el genio.
Siempre aparece en el momento más inesperado. Ayer lo hizo cuando el Deportivo buscaba a partir de Juan Rodríguez el coraje necesario para empatar. Apareció Guti, que, a estas alturas, tenía en Riazor una cuenta pendiente, una más. Ayer la saldó con un detalle para el recuerdo, un taconazo que sirvió para que Benzema culminara en gol un contragolpe nacido de un saque de esquina del Deportivo. Fue una obra de arte plena de talento y, sobre todo, de generosidad, propia de esa casta de futbolistas a los que llena más un buen pase que un gol.
Derrotado, con Valerón fundido y un delantero indolente, al Deportivo le quedaba el orgullo. Y ahí anda sobrado. Mostró las carencias de un equipo tocado al que, además, la lesión de Filipe ha golpeado en lo anímico, pero al menos tras el descanso subió líneas como quizás debió de haberlo intentado al principio. Apenas llegó al gol, pero lo encontró en un penalti forzado y anotado por Riki, el mejor delantero.
En una demostración de fe, Riazor creyó en el empate y se convirtió en un manicomio. Fue entonces cuando el Madrid sintió el pánico de jugar con una historia maldita, salió del letargo y tardó dos minutos en dejar las cosas como estaban. Para entonces, Raúl, inadvertido en su vuelta a la titularidad, ya estaba al lado de Pellegrini, pero al final pudo alzar los brazos. Tantas veces verdugos, Naybet, Djalminha o Donato, le veían sentados en el palco.
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