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ANÁLISIS | COPA LIBERTADORES

La exportación de artistas

En la Copa Libertadores de 2010 no participarán equipos suramericanos tradicionales como Boca Juniors y River Plate, ni el Liga de Quito ecuatoriano, ganador del título en 2008 y de la Copa Suramericana en 2009. Brasil estará representado por Cruzeiro, São Paulo, Corinthians, Flamengo e Internacional. Los cinco equipos están al mismo nivel técnico, con buenas oportunidades de ganar la Copa.

Los argentinos tienen más títulos que los brasileños en la Libertadores, 22 contra 13. El Independiente es el que más ha ganado, con siete copas. Debido a la ausencia del River Plate y, sobre todo, del Boca Juniors, el equipo que más Libertadores ha ganado en los últimos 10 años (cuatro títulos), en Brasil se tiene el prepotente sentimiento de que este año el campeón será un equipo brasileño.

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La misma soberbia se dio en los últimos años. En 2009, el Cruzeiro era derrotado en casa por el Estudiantes, y en 2008 el Fluminense perdía en el Maracaná el título a manos del Liga de Quito. Para los brasileños se trataba de dos grandes cebras, lo cual no es cierto. Los equipos estaban al mismo nivel técnico.

Como los mejores jugadores suramericanos emigran pronto al exterior, el nivel técnico es apenas razonable. Hay excepciones. Adriano, en el Flamengo, y Verón, en el Estudiantes, participarán casi con seguridad en la Copa de 2010. Veteranos como Roberto Carlos y Ronaldo, ambos del Corinthians, Petkovic en el Flamengo, Rogério Ceni en el São Paulo y otros jugadores bastante conocidos son todavía mejores que los otros. A diferencia de la Liga de Campeones europea, en la que casi todos los partidos se juegan en estadios cómodos, seguros, limpios y con céspedes óptimos, muchos partidos de la Libertadores se disputan en estadios pésimos, con céspedes aún peores.

Muchos partidos de la Libertadores son tumultuosos, violentos y con exceso de faltas. Por eso ha surgido el tópico de que es un torneo totalmente distinto de los demás, como si fuera otro deporte. A muchos jugadores se les contrata por ser altos, fuertes, viriles, violentos, y no por saber jugar al fútbol.

Siempre que un equipo brasileño va a enfrentarse con uno argentino, en Brasil se habla mucho de que los argentinos son muy tramposos. Con eso, en vez de intentar jugar al fútbol, los jugadores brasileños se preocupan más por hacer faltas y dar puntapiés. Y de ese modo, los equipos brasileños han perdido varios partidos decisivos, cuando partían como favoritos. Sólo he participado en una Copa Libertadores, en 1967. El joven equipo del Cruzeiro, de Minas Gerais, entonces poco conocido en Río y en São Paulo, venció al Santos por 6-2 y 3-2, y ganó la Taça Brasil. En aquella época, sólo el campeón de ese torneo accedía a la Libertadores.

El Cruzeiro fue eliminado por el Nacional de Uruguay, a pesar de haber jugado mucho mejor en la ida y en la vuelta. Manga, el delantero brasileño que jugaba en el equipo uruguayo, realizó defensas espectaculares. El Cruzeiro no tenía experiencia, y el Nacional uruguayo era, en aquella época, un gran equipo, uno de los mejores del mundo.

Entre 1958 y 1966, en el auge del Santos y de Pelé, asistí a partidos inolvidables, magistrales, los más bonitos que he presenciado en mi vida, cuando el Santos se equiparaba a Boca Juniors, Peñarol, Nacional e Independiente, los mejores equipos suramericanos. Esos equipos fueron varias veces campeones del mundo. Lástima que, actualmente, los cracks suramericanos se vayan pronto para Europa. En lugar de exportar el arte, exportamos los artistas.

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