"El Colo-Colo postergó el golpe"
Caszely evoca al equipo que enamoró a Chile en 1973 antes de la irrupción de Pinochet
"Fue el mejor equipo chileno de la historia", dice sin dudarlo Carlos Caszely (Santiago de Chile, 1950), el pícaro y rapidísimo delantero que vivió la cima de su carrera cuando, a los 23 años, recorrió ese brillante camino del Colo-Colo hacia la final de la Copa Libertadores de 1973 ante el argentino Independiente. Goleadas y partidos memorables de los que Caszely fue protagonista principal, tanto en el gol al ecuatoriano Emelec en el estadio Nacional de Santiago, el que propició en espontáneo grito de la grada: ¡Se pasó!, ¡se pasó!; como el que anotó en Maracaná, en las semifinales frente a Botafogo, que provocó el espectral silencio de los 120.000 aficionados reunidos en Maracaná. "Cuando fui a celebrarlo, creí que lo habían anulado porque el silencio era total", sonríe Caszely, requerido hoy por toda Suramérica para dar "charlas vivencias", recordando, entre otras cosas, la complicidad que muchos de los componentes de aquel equipo hilvanaron con el presidente chileno democráticamente elegido en aquellos momentos, Salvador Allende. Un equipo al que los brasileños bautizaron despectivamente como el de "los gorditos" porque había jugadores, como el propio Caszely, aparentemente pasados de peso. "No éramos gordos, sino macizos", se defiende el bigotudo delantero, "el Jimmy Hendrix" del fútbol como le gusta retratarse. Hubo, por supuesto, otros grandes jugadores en aquel equipo, como el ya fallecido Chamaco Valdés, un prodigio de fiabilidad en el lanzamiento de córner y faltas, presente en todas las gestas del equipo.
Y llegó la final, ante Independiente, en un triple enfrentamiento en el que, según Caszely, el árbitro estuvo comprado para que ganara el conjunto argentino. "Fue un tripe robo". De manera que, en su regreso a casa tras el tercer partido en Montevideo, los jugadores del Colo-Colo fueron recibidos como héroes. Y siguen siéndolo. El Colo-Colo del 73 está en el corazón de los aficionados chilenos, por delante del que sí conquistó la Libertadores en 1991, un año después de reinstalarse la democracia en Chile.
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