El Atlético consigue empeorar
El Getafe gana con toda justicia a un rival, el dirigido por Quique, incapaz de crear una sola ocasión de verdadero peligro
Era difícil que el Atlético empeorara. Imposible, casi. Pues lo ha logrado . Lo hizo hoy, en Getafe, donde ejecutó otro partido lacrimógeno, incapaz como fue de crear una sola ocasión digna de recibir ese calificativo. Sin alardes, el Getafe fue superior al Atlético de principio a fin. No firmaron una victoria más contundente los de Míchel porque no lo necesitaron, poco o nada amenazada su defensa, apenas exigido en la zona de creación, sintiéndose en el paraíso cada vez que alguno de sus extremos alcanzaba el balón en una u otra banda. Así nació el gol, claro, en una jugada de tiralíneas, perfecta en su elaboración y demoledora en su ejecución.
Porque vio Soldado la arrancada por la derecha de Pedro León (¿o era Míchel?; ah, no, que éste andaba en el banquillo vestido de etiqueta) y le entregó el balón para que el extremo, emulando a su entrenador, mandara el centro, raso, largo, por detrás de todos los defensas, que llegaban reculando, perdida de vista la pelota y, de paso, el norte. Pedro León dibujó un pase que era una maravilla y al palo más lejano llegó como un tiro Manu del Moral, un siglo antes que Valera, para marcar con la izquierda. El gol hacía justicia a la insistencia del Getafe, por mucho que su fútbol fuera más grisáceo de lo habitual, temeroso como se mostró a ratos, algo cohibido a la hora de lanzarse con todo al ataque por aquello de que entre las escasísimas virtudes del Atlético, que alguna debe tener, está su legendaria afición al contragolpe. Un contrataque logró enhebrar ayer.
GETAFE 1 -ATLÉTICO DE MADRID 0
Getafe: Codina; Miguel Torres, Cata Díaz, Rafa, Mané; Casquero, Celestini; Pedro León, Albín (Parejo, m. 62), Manu (Gavilán, m. 85); y Soldado (Miku, m. 89).
Atlético de Madrid: De Gea; Valera (Ibrahima, m. 87), Perea, Domínguez, Antonio López; Reyes (Raúl García, m. 74), Jurado (Tiago, m. 46), Assuncao, Simao; Forlán y Kun Agüero.
Gol: 1-0, m. 38: Manu del Moral culmina en el segundo palo un centro raso de Pedro León.
Árbitro: Álvarez Izquierdo (C. Catalán). Expulsó a Assuncao, del Atlético de Madrid, por doble amarilla (m. 50 y 67). Amonestó al local Soldado (m. 17) y a los visitantes Valera (m. 13), Domínguez (m. 47) y Tiago (m. 79).
Incidencias: partido correspondiente a la decimonovena jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Coliseum ante unos 14.000 espectadores.
La culpa de que el Atlético perdiera fue del Atlético. En exclusiva. La culpa de que lo hiciera por un solo gol fue de De Gea. Decidió Quique dar continuidad en la portería al chaval, de 19 años, sacrificando a Asenjo, de 21, una decisión que habrá dejado a éste hecho unos zorros. Pero el rendimiento del canterano en la Copa convenció al técnico. Y ayer volvió a ser el mejor de su equipo, asunto menor dada la derrota y el nivel mostrado por el resto. Sacó un disparo de Rafa, otro de Manu, aquél de Soldado, el zurdazo de Torres, un cabezazo picado de Soldado que era gol o gol... No es que el Getafe arrollara a su rival, ni falta que le hizo. Pero tocó y tocó, empujando, aproximándose al área del Atlético por una banda y por otra, grandes como se mostraron Pedro León y Manu. El Atlético, en cambio, fue incapaz de asomarse al ataque, más que nada porque, de nuevo, tuvo alergia al balón. Plácida tarde vivió el Getafe y más plácida aún cuando, en el ecuador de la segunda parte, Assunçao arriesgó más de la cuenta en el círculo central, entró a Casquero y vio la segunda amarilla. Una tarjeta, la amarilla, que había visto Soldado en el primer acto por una tremenda entrada al propio Assunçao que mereció ser juzgada con otro color.
Pero esa acción no pasó de anecdótica. Con ventaja en el marcador, y ante diez rivales, el Getafe tocó y tocó, asunto donde se maneja con sorprendente habilidad, superior a la de muchos otros equipos de mayor fuste. El Atlético, entre ellos. Corría de acá para allá el Atlético, sin encontrar jamás a Forlán, buscándose el Kun la vida en solitario. Y pese a su inferioridad numérica, se suponía que el equipo rojiblanco estaba capacitado para quemar todas sus naves y, llegado el tramo final, morir en el área de Getafe.
En la propia murió. La desesperación, que ha anulado la imaginación de los jugadores, anuló también su condición física, por mucho que Tiago intentara poner orden en el centro del campo. Baldío asunto. El Getafe siguió tocando, y tocando, con un excelente gusto, todo lo contrario que este Atlético capaz, ayer, de jugar peor que lo habitual, lo que no deja de ser un milagro.
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