Otro esperpento del Atlético

Ganó sobre la bocina el Deportivo uno de esos partidos que perduran en el recuerdo. En el último minuto y de penalti, según los jugadores del Atlético injusto. Duele caer así , cuando el rival marca el gol de la victoria y el árbitro emite tres pitidos, pero bien harían en la casa rojiblanca en realizar otras lecturas. Hoy pueden ser colistas si Xerez y Málaga ganan sus partidos. Entre tanto, la clasificación no engaña: entre Deportivo y Atlético hay 15 puntos de diferencia y es justo que los haya.

Cayó el Atlético a pesar de que casi salió un gol arriba desde el vestuario. Lopo, el zaguero más solvente del Deportivo, el que siempre resuelve sin alardes, se quiso marcar un lujo ante el Kun. Erró y el argentino aprovechó para entrar en el corazón del área y cruzar, como sólo lo hacen los buenos, ante la salida de Aranzubia. El gol nada más empezar era una gran noticia para el Atlético, que llegó a Riazor mirando de reojo un escenario dantesco: acabar la jornada como colista. Pero la ventaja desnudó las carencias de un equipo que una vez más mostró muy poco por detrás de Agüero. Quique reclutó para el banquillo a Simão y Forlán, viajeros con sus selecciones, guardó también a Reyes y dejó la banda izquierda para Jurado, que siempre estuvo incómodo. Un viejo axioma futbolístico divide a los jugadores entre los que actúan por dentro y los que lo hacen por fuera. Jurado es de los primeros porque por la banda ni percute ni profundiza. Tampoco intentó partir de esa ubicación para desarrollar el fútbol que se le supone, simplemente se inhibió. No fue el único: Sinama, por ejemplo, tampoco tocó bola.

Sin Jurado, Agüero quedó desconectado porque el resto de compañeros se dedicaron a correr detrás de la pelota. Marcó el Atlético y de inmediato reveló hechuras de equipo pequeño, abrumado por el Deportivo, que le sacudió por todas partes. Ni siquiera acusaron los blanquiazules la variación en el dibujo táctico que decretó Lotina, que, huérfano de Sergio, acomodó al equipo entorno a Antonio Tomás y retrasó a Juan Rodríguez y Guardado para que ejercieran labor de centrocampista, lejos de la cal. Con ese andamiaje le bastó para controlar la medular, manejar la pelota, empatar antes del descanso y coleccionar oportunidades de gol de todos los colores. Marcó Colotto otra vez en una acción de estrategia, el córner más viejo del mundo, que no supo defender el Atlético: sacó Antonio Tomás, prolongó Juan Rodríguez en el primer palo y remachó el defensor argentino.

El Atlético sufrió hasta que Quique recompuso el equipo con la entrada de Simão y llevó a Jurado hacia su querencia natural en la mediapunta. Con tan poco encontró alivio, pero no encontró resquicios para lanzarse a por los tres puntos que tanto precisaba ante un Deportivo con problemas para cerrar los partidos en el área rival y que para colmo estaba ante un árbitro que, en la duda, decidía en su contra. Ocurrió en un posible penalti de Asenjo a Riki u otro de Domínguez sobre Mista que señaló en primera instancia antes de desdecirse a instancias de su asistente. Hasta que al final el mismo asistente, que desquició durante todo el partido al Deportivo, cambió de bando y la armó con un penalti de Pablo sobre Lopo que premió a quien más expuso.

Deportivo 2 - Atlético 1