Nadal supera a la lluvia
El tenista mallorquín supera sin problemas a Gabashvili (6-1, 6-4 y 6-2) y accede a tercera ronda
El partido duró un set, extrañamente el segundo. Rafael Nadal se clasificó para tercera ronda de Roland Garros tras jugar un encuentro escaso en destellos, pródigo en la labor de zapa y derrochador en el esfuerzo desde la línea de fondo: el ruso Gabashvili empezó a jugarlo en la segunda manga, y ahí, pelotazo a pelotazo, discutiendo el marcador siempre con riesgo extremo, aguantó hasta seis bolas de rotura tirando con todo. Cuando el número uno del mundo se apuntó el break, en su séptima oportunidad, se acabó el partido (6-1, 6-4 y 6-2), marcado por el mal tiempo y con un amago de suspensión por lluvia en la tercera manga. Gabashvili, que se entrena en Barcelona, se despidió de Roland Garros y dejó a Nadal al borde de su primer gran partido. Para ganarlo necesitará más de lo que ha enseñado hasta ahora, que es mucho, pero no tanto como acostumbra. El mallorquín, que ya suma 30 victorias seguidas en Roland Garros, récord absoluto del torneo, jugará contra el vencedor del Lleyton Hewitt-Andrey Golubev. Si su rival es el australiano, habrá emociones fuertes.
Jugó Nadal bajo el frío, con el cielo amenazando tormenta y la tierra empantanada. Eso, unido al continuo chispeo de agua, impidió que el partido se perdiera en sutilezas y obligó a los dos tenistas a ponerse el traje de faena. Había decenas de banderas de España, aficionados que animaban a Roger Federer, como empieza a ser costumbre en el torneo, y cierta urgencia por acabar el encuentro a tiempo de ver al Barça en la final de la Champions.
Ése partido lo verá Andy Murra y en París, aunque podía haberlo visto en cualquier otro lado. El número tres del mundo caminó por el alambre contra el italiano Potito Starace. Su derrota parecía hecha. Con el partido igualado a una manga, Starace dominaba por 5-1 la tercera, y Murray transmitía todos los signos de un jugador a la deriva. La pista central presenciaba el encuentro en silencio y medio vacía. Murray, sin embargo, es mucho Murray. El escocés decidió ganar o perder por la vía de los valientes. Asumió la iniciativa del juego. Empezó a dictar los intercambios desde la línea de fondo, agresivo al ritmo de su saque y su derecha. Starace desapareció del partido y dejó a Murray vivo (6-3, 2-6, 7-5 y 6-4) para seguir soñando con un cruce más que interesante en semifinales: Nadal contra Murray.
"Azarenka es la que tiene la presión"
Es el momento, la gran prueba, de Carla Suárez. La canaria, que defiende en París los cuartos de final alcanzados la pasada campaña, venció a la checa Hradecka por 6-2 y 6-4 y se clasificó para la tercera ronda. Ahí no le espera una cualquiera, sino una tenista a la que lleva mirando de reojo desde que conoció cuál era su camino en el templo de la tierra. Victoria 'Vicky' Azarenka. La número nueve del mundo, una tenista de potencia extrema, que lleva todo el curso moviéndose por los alrededores del número cinco.
"Durante el año, las cosas me han ido más o menos bien", reflexiona Suárez, liberada de la presión de defender su resultado del pasado año porque en el Abierto de Australia de 2009 alcanzó la misma ronda. "Eso da tranquilidad, que es lo importante". ¿Y el partido de tercera ronda? "Azarenka juega muy recta, es muy obsesiva, y como todas las especialistas de pista rápida intenta ganar el punto muy rápido". Hay un cambio con respecto al pasado año. Suárez llegó entonces desde la fase previa, acumulando partidos en las piernas y provocando sorpresa tras sorpresa. En 2009, justo lo contrario. Ha entrado directamente al cuadro grande. Es la número 22, y la conoce todo el mundo. "Aquí llegamos en igualdad de condiciones", avisa. "El año pasado fue una desventaja. La presión la tiene ella".
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