Nadal sobrevive a Djokovic

Han sido más de cuatro horas de partido y toda una vida de sufrimientos. Rafael Nadal ha ganado a Novak Djokovic (3-6, 7-6 [5] y 7-6 [9] ) y ya está en la final del Abierto de Madrid. El partido tuvo momentos dramáticos. La puesta en escena del campeón fue oscura y de mal agüero: lento y parado de piernas, golpeó más con el brazo que con el cuerpo. Le dolía el cuádriceps de la pierna derecha, que le había obligado a poner en cuarentena la práctica de la mañana. Frente a un rival limitado, Djokovic voló alto, largo y con fuego. Fue incontenible. Se llevó el primer set en un visto y no visto. Controló el segundo, en el que dispuso de dos bolas de rotura con 4-4. Y sólo por esas cosas de Nadal, un tenista que transforma en cotidiano lo imposible, se encontró disputando el tie-break de la tercera manga. Habían pasado ya cuatro horas. Los dos tenistas habían sido visitados por el fisioterapeuta. Y Nadal, el titán de la tierra, 33 victorias seguidas sobre arcilla, se enfrentaba a punto de partido en contra. Tres tuvo Djokovic y no aprovechó ninguno. Nadal es un muro.

De la victoria del español nace una incógnita. El viernes contra Verdasco y ayer contra Djokovic consumió la bandera del corazón. De tenis anda mediopensionista. Jugó el primer tramo del partido sin aristas, fallón como nunca se le ha visto (cometió más de 40 errores no forzados), horrible con el revés y con el plan de juego embarullado. Luego, creció con el partido y acabó firmando puntos primorosos, enfrascado en un baile diabólico con Djokovic, este año su gran rival sobre arcilla.

Sólo esa versión podrá imponerse en la final, si sus dolores lo permiten. Nadal busca su sexto título del año, y convertirse en la primera persona que gana dos veces el masters de Madrid. Será ante Roger Federer que ha vencido a Del Potro (6-3 y 6-4), las cuatro y con la pista Manolo Santana abarrotada. Normal. Nadal es todo un espectáculo.