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El Madrid pierde la primera oportunidad

El conjunto de Plaza cae ante el Olympiacos después de haberle metido un parcial de 1-26

El Madrid malgastó la primera de sus dos oportunidades para alcanzar su objetivo: traerse una victoria de Atenas. Empezó horrible, sacó su mejor traje allá por la mitad de la película y terminó tan destemplado como al inicio. Para ganar en Grecia hace falta algo más. Incluso en el apartado relacionado con la fortuna, que le dio la espalda con la lesión de Bullock en el momento más inapropiado, a ocho minutos del final. Fueron poco menos de cuatro los que estuvo fuera el norteamericano, suficientes para que Olympiakos recobrase el pulso a la misma velocidad que el Madrid lo perdía. Fue una pena, pues si la importancia de Bullock es capital, en partidos como éste y estando tan enchufado su baja resultó definitiva.

Tardó el Madrid bien poco en comprobar lo que seguramente ya sabía. Que uno de los grandes problemas al que va a tener que enfrentarse se llama Vujcic. Su puesta en escena confirmó su enorme talento y la complejidad que supone tenerlo enfrente. Felipe Reyes, fuera de foco, fue testigo impotente de cómo una y otra vez Vujcic sacaba petróleo y colocaba a Olympiakos con la primera clara ventaja (24-16, minuto 8). Plaza tuvo que sentar a Felipe y colocar a Van der Spiegel sobre el croata, lo que cortó la vía de agua. Pero por entonces ya estaba Papaolukas, que tomó el relevo. Dirigiendo con ese punto de anarquía tan eficaz con la que se mueve la estrella griega, buscando el dos contra dos, especialidad que domina, y anotando más que de costumbre, el partido se le escapaba al Madrid sin dar señales de vida (46-28, m. 6 del segundo cuarto).

Y entonces llegó el apagón del Olympiakos. Inesperado e histórico en su traducción en tiempo y números: 1-26 para el Madrid. Sí, no es un error de imprenta, sino el resultado de uno de los cambios de panorama más radicales que se recuerdan a estas alturas de competición. Comenzó con la indigestión griega con la zona que puso Plaza y terminó con los de Iannakis incapaces de meterla ni solos debajo del aro.

El Madrid se rearmó, Bullock entró por fin en calor y los blancos se encaminaban hacia otra de sus ya clásicas remontadas milagrosas. Todo iba viento en popa, hasta el punto que pocas veces se ha visto al público griego con tan bajo nivel de decibelios. Pero cayó Bullock, Plaza se olvidó de Raul López y el Madrid se fue a la ducha con la sensación de una oportunidad perdida. No tiene mucho tiempo para lamentarse. Mañana hay otra.

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