Nadal doma el huracán

Rafael Nadal ganó 6-1 y 6-2 la final del torneo masters de Indian Wells al británico Andy Murray, derrotado por algo más que un tenista: sopló al viento sobre la pista central del club de California, y la mordida hiriente de su frío aliento frenó su juego hasta límites insospechados. El británico, desesperado y privado de una de sus mejores armas, el saque -no consiguió ni un ace-, discutió con el juez de silla, reclamándole que no detuviera el juego cuando algún papel voló sobre la pista. Nadal, que había perdido sus dos últimos encuentros con el número cuatro del mundo, casi se lo tomó a broma. No hay ninguna pista donde el viento sople más que en la Philippe Chatrier de París. Y ya se sabe que sobre la central de Roland Garros, Nadal es el rey.

Entre las bolas frenadas, los efectos cambiados y los tiros alargados por el viento, el mallorquín dibujó su versión más agresiva. Se agitaba el pelo del mallorquín bajo el huracán, mientras la camiseta de Murray ondeaba como una bandera. Bailaban por el suelo toallas y papeles, mientras el número uno del mundo mandaba. Nadal dictó que los intercambios se vivieran como una discusión, no como un debate. A toda velocidad. Cortos, y sin adjetivos. Aprovechando la precisión de sus tiros combados, un seguro contra el viento, por más que la victoria llegara a mazazos.

Fue un partido para fuertes. Con el aire hurgando en la cabeza de los tenistas, el resultado no pone en discusión el gran momento de Murray. El escocés llegó a Indian Wells recién recuperado de un virus que le obligó a darse de baja en el torneo de Marsella y la Copa Davis. De California se marcha como subcampeón, y haciendo ruido. Para llegar a la final, tuvo que lograr su sexta victoria sobre Roger Federer, la cuarta consecutiva. En el partido decisivo, un tenista decidido y el viento le pararon el camino. Sólo aguantó una hora y 20 minutos.