Haraquiri en Mestalla
El Valencia juega sin pulso y comete los errores de siempre para caer ante un buen Dinamo
Fuera de la Copa del Rey, de la Copa de la UEFA y de los puestos de la Champions. Así quedó anoche el Valencia después de una nueva actuación decepcionante. En los huesos. El conjunto de Emery se lo ganó a pulso: jugó sin pasión durante una hora y, cuando de verdad quiso ganar, ya era tarde. Cometió, como siempre, un sinfín de errores y el principal fue el de su entrenador, que se equivocó en la alineación.
La pareja de mediocentros ?Marchena y Fernandes? fue una invitación al suicidio. Lenta, desubicada, desastrosa, permitió que el Dinamo jugara a sus anchas, se adelantara y estuviera muy cerca de cerrar la eliminatoria. No lo hizo. Y el propio Marchena encontró al filo del descanso un centro enroscado de falta de Fernandes que cabeceó a gol: giró en el aire sobre sí mismo antes de conectar el cabezazo.
Valencia 2 - Dinamo de Kiev 2
Valencia: César, Maduro, Albiol, Alexis, Del Horno, Marchena (Baraja, m.81), Fernandes, Silva, Mata (Vicente, m.68), Morientes (Joaquín, m.59) y Villa.
Dinamo Kiev: Bogush, Nesmachniy, Betao, Mikhalik, Kaddouri, Correa (Ghioane, m.78)), Vukolevic, Eremenko, Kravchenko (Cernat, m.65)(Sabljic, m.89) Aliev y Kravets.
Goles: 0-1, m.33: Kravets. 1-1, m.45: Marchena. 2-1, m.54: Del Horno. 2-2, m.73: Kravets.
Árbitro: Danir Skomina (SLV). Mostró tarjeta amarilla al local Del Horno y los visitantes Kaddouri, Nesmachniy, Aliyev, Vukojevic.
Incidencias: Partido de vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA disputado en el estadio de Mestalla ante poco más de 20.000 espectadores. Terreno de juego en buen estado.
Fernandes sigue a lo suyo. Juega su partido independientemente de lo que pase a su alrededor. Lo que pasaba era que el equipo estaba descompuesto y asfixiado, sin poder salir por el acoso ucranio. Pero a él se le ocurrió una frivolidad al borde del área: un pasecito al hueco. Perdió el balón y Kravets lo aprovechó: regateó a Albiol y marcó con la puntera por el palo de César.
El Valencia se marchó al descanso con la sensación de haber salvado el pellejo. Y la idea de cambiar el panorama en la segunda parte. El Dinamo venía de varios meses parado y se presumía sin ritmo. Pero, claro, al lado del Valencia, parecía el tren de alta velocidad. Los tirazos desde fuera del campo mantuvieron en vilo a César. El portero de Coria fue muy exigido todo el partido. Lo normal ante la pasividad de sus defensas, que marcaban a cinco metros.
Pese a estar listo Moretti, Emery premió con la titularidad a Del Horno por su buena actitud en las últimas jornadas. Algo se ha encendido en la cabeza del lateral vasco, que es otro desde hace unas semanas: mucho más comprometido. Ha optado por la sencillez como el camino más corto para recuperar el juego. Bien elegido. Tapa su zona y pasa el balón al más cercano de sus compañeros. Así va ganando la confianza que le permitirá, al comienzo de la segundo parte, encarar por el extremo, fingir una falta en la que pica el árbitro y marcharse al centro a rematar. La suerte se encargó del resto. El balón le cayó a un metro y la cazó con el exterior de la bota izquierda. Después apretó los dientes para celebrarlo.
El tanto de Del Horno igualó las fuerzas. Se desfondó el Dinamo. Y el Valencia tuvo ya más salida con los refrescos de Joaquín y Vicente. Pero volvió a equivocarse. Albiol cabalgó desde su puesto hacia adelante sorteando contrarios. Se suponía que Marchena le cubría las espaldas por si perdía el balón. No fue así. Marchena se quedó clavado. Kravets recibió el pase largo, se escapó de Alexis y cruzó ante César. Al minuto 80, Emery descubrió el punto débil de su equipo (Marchena) y dio entrada a Baraja. Contracorriente quiso levantarse el Valencia. Demasiado tarde.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.