Con Forlán no basta
El Atlético se deja empatar por el Getafe a dos minutos del final
Con Forlán no basta. El Atlético dejó escapar un triunfo que tenía en la mano y lo hizo como acostumbraba, y acostumbra, a hacerlo este equipo: suicidándose. Pudo sentenciar en aquella contra en la que Forlán le dio un regalo a Maniche que el portugués desperdició de mala manera. No lo hizo y al instante se encontró con un balón bombeado que nadie supo despejar y que Uche cazó arriba, de chilena, para mandarlo al lado contrario donde Albín cabeceó con todo. Dos minutos quedaban para el final y al Atlético se le aparecieron todos los fantasmas que creía abandonados. El equipo ha mejorado en actitud, cierto, pero su fútbol sigue arrastrando un buen número de carencias que si se hacen patentes a dos minutos del final pueden matar al equipo.
Atlético 1 - Getafe 1
Atlético de Madrid: Leo Franco; Seitaridis, Pablo (Heitinga, m. 82), Ujfalusi, Pernía; Maxi Rodríguez, Raúl García (Maniche, m. 58), Assuncao, Simao; Forlán y ''Kun'' Agüero (Sinama Pongolle, m. 67).
Getafe: Jacobo; Cortés (Contra, m. 56), Mario, Cata Díaz, Licht; Granero, Casquero, Polanski (Celestini, m. 72), Gavilán (Guerrón, m. 82); Uche y Albín.
Goles: 1-0, m. 33: Forlán remata un centro desde la banda derecha de Seitaridis. 1-1, m. 88: Albín de cabeza, en plancha.
Árbitro: Rafael Ramírez Domínguez (C. Andaluz). Amonestó a los locales Assuncao (m. 22), Forlán (m. 42), Pernía (m. 72) y Sinama Pongolle (m. 88) y a los visitantes Albín (m. 40), Contra (m. 60) y Licht (m. 75).
Incidencias: partido correspondiente a la vigésimo tercera jornada de Liga en Primera División, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 45.000 espectadores.
Como ocurrió ayer. Y que conste que el Getafe mereció el empate. Para empezar, salió desatado a escena. Albín cabeceó al larguero y al rato Uche se plantó ante Leo Franco, que le sacó el tiro abajo. En otras circunstancias el Atlético habría sido presa del espanto. Pero el equipo se rehizo. Este equipo es otro, más allá de que haya un nuevo inquilino en el banquillo. A la hora de buscar culpables habría que dirigirse al vestuario. Abel, apenas con algún retoque táctico, que tiene más que ver con el carácter que con la pizarra, le ha lavado la cara a un grupo al borde del desahucio. Que se levantó cuando más apretaba el Getafe. No llegó con fuerzas Simao a un precioso pase elevado de Agüero y Maxi remató flojo y mal un precioso pase largo de, ahí es nada, Assunçao. Pero para pase, el que le dio Seitaridis a Forlán en la jugada del gol atlético. Se desconocía que el griego, recuperado para la causa por el nuevo técnico fuera capaz de asomarse al ataque, recoger un balón suelto junto a la cal y mandarlo de rosca 20 metros más allá, al punto de penalti, a la espalda de los centrales, donde apareció un señor que vive en estado de gracia. Forlán se llama, un futbolista que no tiene precio. Durante un trecho de partido lo del uruguayo fue de exhibición. Presionó, cortó, corrió, dirigió, remató, un portento fue Forlán. Que marcó, claro.
Pero le faltó a Forlán encontrar a un socio en el ataque, donde a Agüero se le apagaron las luces. El Getafe fue creciendo alrededor de Granero y mandó al limbo un puñado de ocasiones, a lo que ayudó un Pablo que ha recuperado la confianza y que se mostró perfecto en el cruce. Y buena culpa de ello la tuvo Pablo, perfecto en el cruce. Aún más: tan confiado estaba al abrigo de los aplausos de la grada que llegó a atraverse a lanzarse en un par de ocasiones al ataque con el balón cosido al pie. Pero más irreconocible aún que Pablo se mostró Seitaridis, que ejecutó la mejor actuación desde su llegada al equipo, donde no ha hecho más que penar. Otra de sus arrancadas acabó con un centro preciso que Agüero cabeceó en plancha, para que Jacobo se luciera e impidiera el gol. El Getafe había perdido el balón y en ese escenario se manejó mal. Hasta que el Atlético se lo regaló por razones que se desconocen. Lo hizo justo antes de desmoronarse.
Pablo y Seitaridis la lían en su mejor partido
Se fue echando atrás a medida que el Atlético, ya con Maniche, apretaba el paso. Abel decidió prescindir del Kun y el equipo, lejos de resentirse, mejoró, con Maxi abandonando la banda y dejándose ver en las inmediaciones del áera, donde verdaderamente hace daño. Pero siempre existe la posibilidad de que el Atlético la pifie. La pifió. Fueron, curiosamente, Seitaridis y Pablo quienes, en su mejor partido, se encargaron de liarla. Granero lanzó a Casquero, que se introdujo en el área, donde también llegaron Seitaridis y Pablo, aquél le emparedó, éste le arrolló, cayó Casquero y el árbitro señaló penalti. Es costumbre de la casa que el Atlético protagonice las penas máximas más absurdas que se conocen. Nueve lleva. Pero lo del Getafe y los penaltis ya es una cuestión de vudú. Lo falló Albín, enviando el balón a la grada. Al rato, Forlán encontró a Maniche, que se presentó ante Jacobo, pero se escoró tanto y tanto que la portería desapareció de su visión. Debió sentenciar ahí el Atlético, no lo hizo y lo pagó caro. Tanto que acabó dando esa sensación de debilidad que le ha acompañado todo el año, que acabó con el despido de Aguirre y que se creía desterrada. No lo está.
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