Un líder imperfecto
Es, probablemente, el mayor responsable de este éxito", afirmó Fernando Torres sobre Luis Aragonés tras vencer a la selección de fútbol de Alemania en la final de la Eurocopa. Probablemente lo fuera.
Así lo cree al menos José Carrascosa. "Luis supo elegir a los jugadores, trasmitió al equipo su ambición y aglutinó a todos para remar en una misma dirección", explica este psicólogo deportivo sobre el ex seleccionador español.
Después, Luis compareció ante los medios con un tono demasiado serio para la gesta alcanzada por el combinado nacional. "Estoy tan lleno que esa plenitud no me deja exteriorizar", dijo.
Sorprendió más el cariño de la afición. Meses atrás había sido un villano para muchos. Para el mundo en general, cuando tildó a Henry como un "negro de mierda", tratando de motivar a Reyes, compañero del francés en el británico Arsenal. Para muchos, por incumplir su palabra de dimitir si no llegaba a semifinales en el Mundial de Alemania. Y para otros, por su determinación en prescindir de Raúl, lo que le valió una lluvia de insultos en Málaga, el 6 de febrero, cuando acudía con la selección para un amistoso ante Francia.
El técnico de Hortaleza denunció entonces una trama mediática en favor del madridista. Y explotó al escuchar que la Federación Española de Fútbol había sondeado ya a Del Bosque como su sustituto. "Lo mejor es que me echen. No se pueden tener dos seleccionadores a la vez", amenazó.
Treinta años entrenando
Al Sabio le había llegado la oportunidad de ser seleccionador tras 30 años como entrenador y ocho clubes a su cargo. Nombrado en 2004, tras el fracaso en la Eurocopa de Portugal, Luis propuso desde el inicio una época de sosiego. "La gran sentada", la llamó. Pero la tregua sólo le duró hasta la eliminación ante Francia en octavos del Mundial de Alemania. Perdió credibilidad ante la afición por dar marcha atrás en su promesa de dimisión. Pero no lo hizo ante sus jugadores, que habían empatizado con su carácter, huraño en la distancias largas, pero paternal en las cortas.
Estrecharon vínculos por su ambición ganadora ("Los cuartos me suenan a japonés; yo sólo firmo ganar la Eurocopa", afirmó antes de debutar en Innsbruck ante Rusia) y agradecieron que confiase en el bloque que les llevó a la Eurocopa. Sin Raúl. Sin líderes. "Los futbolistas valoran cada detalle en su entrenador. Aceptaron a Luis como se acepta a un líder imperfecto", explica Carrascosa.
El manteo a Luis Aragonés sobre el césped del Ernst Happel resumió el cariño de unos jugadores que, a través de sus capitanes, Iker, Xavi y Puyol, pidieron a la federación la continuidad del técnico. Era tarde. Ni los cánticos en la cena de celebración ("¡Luis no se va, Luis renovación!", gritaron los futbolistas), ni el propio Aragonés ("cuando dije que me iba, nadie vino a convencerme de lo contrario"), cambiaron su destino. Luis había preparado sus maletas para iniciar, a los 70 años, la aventura turca.
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