"Éramos un juguete contra los elementos"

Acostumbrados a salvar la vida en las condiciones más duras, los tripulantes del Telefónica Azul no pudieron menos que respirar de alivio cuando cruzaron ayer la meta del puerto olímpico de Qingdao . No sólo aguantaron a flote la etapa más dura en la historia de la Vuelta al Mundo a vela, sino que lo hicieron ganando su segunda regata consecutiva en la competición y arañando puntos al Ericsson 4, tercero en China y todavía líder. Los recuerdos se amontonaron especialmente para Iker Martínez, el patrón, y Xabi Martínez, la inseparable pareja que en agosto fue plata con su 49er en las mismas aguas en los Juegos de Pekín. Esta vez el brillo fue de un oro con sabor a revancha. Una polémica maniobra de la tripulación danesa (navegaron con el barco croata tras sufrir una avería) les bajó entonces al segundo puesto del podio. Hasta que ayer, junto con los otros nueve tripulantes del Telefónica, les llegó el desquite.

"Qingdao me trae muchos recuerdos. Ésta ha sido mi medalla de oro. Las condiciones durante la etapa han sido muy duras, si pudiera elegir no la volvería a hacer, pero el barco se ha portado como un verdadero campeón. Ha sido una victoria muy especial", explicó Iker Martínez. "De Qingdao nos fuimos sin el oro, pero ahora hemos vuelto y lo tenemos", apuntó Xabi. Y Pablo Arrarte añadió: "Toda una aventura, nunca me había enfrentado a condiciones como las que hemos vivido. Ha sido extremadamente duro, pero hemos sobrevivido y el barco no se ha roto. Cuando estás en medio de una tormenta así te sientes como un juguete contra los elementos. Es como si Eolo y Neptuno se pusieran a jugar con nosotros sin ningún miramiento, soplando y haciendo grandes olas a su antojo".

Hasta llegar a la Villa Olímpica (por primera la Vuelta al Mundo se mojaba en aguas chinas), los barcos fueron zarandeados por vientos y olas durante 2.500 millas en unas condiciones que acabaron con tres equipos: el también español Telefónica Negro, el Ericsson 3 y el Delta Lloyd abandonaron la competición por grietas en las proas. Ni las más modernas tecnologías soportaron la fuerza incontrolada de la naturaleza. Como dijeron los navegantes del Telefónica Negro, "lo más importante no era ganar, era salvar la vida".

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