Dementieva despide a Carla
A la española le faltó diente retorcido en el gran momento
Elenea Dementieva despidió a Carla Suárez del Abierto de Australia. Volaban chicharras por el aire, atraídas por la ola de calor que funde Melbourne. Se abanicaba el escaso público en la pista Rod Laver Arena, aplatanado por el infierno (39,6 grados). Y bajo esas circunstancias, Carla, su revés gripado, y las estadísticas para desmentir que lo de Dementieva haya sido un paseo: la española disfrutó de diez oportunidades de break, no convirtió ninguna, y consiguió que la rusa estuviera hora y media sobre la pista para disputar sólo 16 juegos (doble 6-2). Una barbaridad. Un martirio. Un reflejo del deseo de Carla, que incluso en una mañana mala, desconectada y sin chispa, puso el partido en la trinchera.
La derrota de Suárez, falta de piernas y casi siempre desbordada, no se puede medir como una decepción. Hace seis meses destacó sobre tierra batida y se mostró como una tenista menor sobre pista acrílica. Su progresión en la superficie que domina el circuito femenino era una incógnita. Las voces más cualificadas mostraron su escepticismo, argumentando su falta de envergadura, lo liftado de sus golpes y su escasa musculatura, un hándicap para moverse rápidamente sobre pista dura. Suárez ha llegado ahora a cuartos de final del cuarto grande que disputa en su carrera, el segundo sobre pista rápida, y cobrándose la pieza de Venus Williams, una diosa de la raqueta. La canaria tiene 20 años, y moralmente ya es la mejor tenista española. Le sobra talento. Le sobra genio. Ayer, sin embargo, le faltó diente retorcido en el gran momento.
Con el partido ya empinado y viviéndose como un esprint glorioso de Dementieva (4-1 en 20 minutos), la española tuvo la oportunidad de meterse en el partido rompiéndole el saque a la rusa. El juego duró tanto como lo que había durado hasta entonces el partido: 20 minutos. De récord. Ahí dejó Suárez chispazos de su revés de diseño. Ahí aparecieron sus derechas paralelas, mortales para Dementieva. Y ahí, finalmente, se impuso la rusa, una tenista enrachada, con dos títulos ganados e invicta en lo que va de temporada, y con tanto músculo en las piernas como falta de aplomo en los brazos: cometió nueve dobles faltas en el partido. El juego lo perdió Carla. Con él se le fue el partido. No importa: España vuelve a tener tenista.
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