Mucha suerte para poco trabajo
El Sevilla vence al Getafe con dos golpes de efecto
La victoria es el fruto del trabajo. La suerte se busca. Y el Sevilla echó ayer por tierra con un par de plumazos esos dos tópicos que por muy manidos, no dejan de tener cierto sustento. Poco se esforzó el cuadro de Manolo Jiménez. Y sin embargo, con dos golpes de efecto en los minutos finales de cada parte, se llevó el premio de la pedrea sin haber apostado un céntimo. Cosas del azar, que ayer le negó cualquier beneficio al Getafe, pese a que el conjunto de Víctor Muñoz acumuló una ocasión tras otra. Incluyendo un penalti desperdiciado por Granero.
Discurría el encuentro lento, sosegado y descafeinado. Todo un remedio para los insomnes. Hasta que Licht y Gavilán despojaron del disfraz a Mosquera. Todo lo que pudo hacer bien el lateral derecho, lo hizo mal. Y lo que era susceptible de hacer mal, lo hizo peor. El colombiano se pasó de frenada en el área cuando iba a despejar un centro y arrolló a Gavilán con el brazo. Granero acomodó el balón en el punto de penalti, pero su disparo, seco y al centro, lo detuvo Palop. Los locales desplegaron las alas y sobrevolaron con insistencia el nido del meta sevillista. Casquero se multiplicó por tres, con la aquiescencia de Maresca y Fazio.
El doble pivote que dispuso Jiménez hubiera necesitado ayer dos horas de cocción. La forma física del italiano le impide rendir en condiciones los 90 minutos. Sin ahondar en la depresión que vive su nivel creativo. Y el argentino es un experimento del técnico sevillista, que se empeña en convertirlo en mediocentro, cuando Fazio no lo es ni parece querer serlo. Tal y como está el horno, el juego del Sevilla recae ahora en Romaric, escorado ayer en la izquierda. Allí nació el primer gol. Luis Fabiano le tomó la matrícula a Belenguer en una diagonal del marfileño, que durmió el brasileño con su pie derecho para luego batir con el izquierdo al Pato Abbondanzieri. Bingo.
El Getafe continuó probando fortuna tras el descanso. Lo mismo Gavilán, empeñado en dejar al descubierto las vergüenzas de Mosquera. También Uche lo intentó. Pero estaba negado frente a la portería de Palop. Justo al revés que el Sevilla. Con el partido prácticamente finiquitado, un balón disputado por Maresca y Licht, acabó en las botas de De Mul después de que el defensa getafense trastabillara. El belga encaró solo al Pato y cerró el encuentro. El Coliséum despidió al equipo entre pitidos y gritos de "Víctor vete ya". Ayer, la suerte le fue esquiva al Getafe y sonrió, en exceso, al Sevilla.

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