El Barça impone su rutina
Un gol de Eto'o y tres chispazos de Iniesta noquean a un Athletic con muchas ganas y poco juego
Se diga o no, había tanto temor en Bilbao como expectación por la visita del Barcelona. Esa sensación que se balancea entre el reto de la proeza y el miedo al escándalo. Es decir, el ayer y el hoy. Lo decía el mítico Iribar: los resultados han sido históricamente equilibrados entre los dos equipos, salvo en los últimos tiempos. Y, claro, el partido de ayer correspondía a los últimos tiempos. Con un Barça cada vez más parecido a sí mismo y un Athletic poco fiable tanto fuera de su estadio como en el propio San Mamés, indefinido. ¿Miedo? No tanto. Cuestión de inseguridad.
Pep Guardiola no es que minusvalorase al Athletic, sino que, pensando en el rendimiento futuro de su factoría, decidió cambiar de turno a los operarios y dejó en el banquillo a artistas como el argentino Messi, tras su cita suramericana con vistas a Suráfrica; a capataces como Puyol, a revelaciones como Busquets, a apuestas como Hleb o a aprendices de lujo como Bojan.
El Athletic no dejó nada y eligió entre lo que había. Ni demasiado músculo ni poco. Una combinación de arte y oficio frente a un rival que sin Xavi, lesionado, perdió al menos muchos minutos de posesión, lo que al Barça le hace sufrir un poco más de lo normal.
Con menos balón azulgrana y más furia rojiblanca, el partido pareció normal. Touré y Keita no eran más que Orbaiz y Yeste, lo que igualaba un choque presuntamente desigual. Más aún si Iniesta, en la banda derecha, se antojaba desconectado de unos compañeros que le buscaban menos de lo que su jerarquía exige.
Entre esos dos mundos, creció el Athletic, que fue incluso el primero en amedrentar a Víctor Valdés a balón parado y en algunos despistes defensivos.
Al Barça el peligro se le supone. Sin grandes combinaciones, convirtió muy pronto a Iraizoz en el jugador más valioso del Athletic, en el que fue obligado incluso por sus propios compañeros: un autodespeje de Amorebieta le exigió su mejor versión.
Iniesta, en un Barça menor, a veces rutinario, laborioso, pero poco artístico, esperaba en el box derecho como tomando la temperatura al partido. Cuando calentó el motor, el blanquito de Albacete decidió jugar por todo el campo, imponer su presencia con esa forma de llevar cosido el balón, los ojos en los costados y la mente despejada.
Y ahí sufrió el Athletic, que hasta entonces había descansado en la experiencia de Orbaiz y las pugnas físicas de Llorente con los centrales.
Cuando Iniesta se cosió el balón, es verdad que sin continuidad, a impulsos, como rebelándose contra el aburrimiento de su costado derecho, el Barcelona (y el Athletic) empezó a ser otra cosa. No un Barça distinguido, pero sí eficiente, como autoconvencido de que un gol le proporcionaría un regreso feliz. Con uno bastaba porque el Athletic, que seguía intimidando en el centro del campo, apenas incluía en cada ataque a un solo jugador (Llorente) en el área. Difícil para marcar.
Y así, con los chispazos de Iniesta y algunas exquisiteces individuales, llegó el gol azulgrana. Henry durmió al Athletic con sus pasos de gacela. Los defensas le miraron, le volvieron a mirar, mientras Titi se iba acercando al área como si fuera a ceder a su portero en vez de amenazar al rival. Y asistió a Eto'o, con Amorebieta otra vez fuera de su perfil, un suicidio ante el delantero camerunés, que golpeó fuerte, seco, con rabia (el público le recordó una y otra vez el famoso escupitajo de hace años).
El golpe fue mortal. Noqueó al Athletic en la misma medida que engrandeció al Barcelona. Iniesta, otra vez, le puso a Eto'o el segundo gol en bandeja, pero el delantero, extrañamente, remató mal, muy mal, ante un vencido Iraizoz, como haciendo buena la máxima de que con uno bastaba.
En cierto modo, en San Mamés quedó la sensación de un Barcelona rutinario, lleno de oficio y músculo, respetuoso con un Athletic con escasísima capacidad rematadora.
Dos disparos en un partido, los de los rojiblancos, parecen poca pelea para doblegar hoy por hoy al Barça aunque éste ofreciera su versión más cotidiana.
La popularidad de Eto'o ha caído un 36% en el último año (lalistaIWP)
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