Los Celtics revientan a los Lakers
El equipo de Boston acaricia el título tras una histórica remontada de 24 puntos
Los Celtics se situaron a un paso del título tras desmontar a los Lakers. Remontaron la friolera de 24 puntos y colocaron el 3-1 en la final al mejor de siete partidos. El juego fue de lo más extraño. Los Lakers se comieron a los Celtics durante más de dos cuartos en los que, además, Kobe Bryant apenas anotó. Tampoco Garnett y Pierce. Pero cuando los Celtics apretaron de verdad en defensa, los Lakers se derrumbaron. Cada canasta les costó un mundo. Sus 24 puntos de ventaja se esfumaron como si nada. Se encomendaron al mejor jugador de la Liga, Kobe Bryant, lo cual facilitó la defensa de los verdes que jugaron el último tramo del partido a su gusto, a un ritmo lento, con posesiones forzosamente largas, con muchas faltas, bajo una presión enorme.
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Cada posesión era vital desde que House, después de varias intentonas, puso por delante a los Celtics (83-84) faltando cuatro minutos para el final. En ese contexto, la ventaja era para los Celtics porque se adaptan mejor a ese tipo de juego y que tenían la tranquilidad de que ya dominaban por 2-1 la serie y un tropiezo no hubiera sido tan grave como lo es para los Lakers, obligados ahora a ganar el quinto partido, el lunes, a las tres de la madrugada hora española, y también los dos últimos posibles en Boston. Poco menos que una quimera.
Fue en el último tramo cuando Pierce emergió de nuevo como el jugador clave de la final. Tras sus dos partidazos en Boston y su deficiente partido y medio en Los Ángeles, recobró su excelente sentido del juego ofensivo y, junto a Allen y Posey, con dos triples determinantes, dejó vista para sentencia la final sin que Kobe Bryant pudiera evitarlo. Más bien al contrario, de tanto jugársele él solo arruinó la posibilidad de sorprender a la defensa de los Celtics que, en buena medida fue lo que sucedió en los dos primeros cuartos.
Odom se lo tomó muy a pecho después de su decepcionante tercer partido. Estaba obligado a dejarse oír en la final y el equipo estaba convencido de rescatarle. Se apoderó de la zona de los Celtics, atacando con decisión en las penetraciones, superando siempre a Pierce. Los Lakers explotaron la veta y lograron rodar ligeros con un ritmo de juego vivo que no soportaron los Celtics. Kobe Bryant no necesitó prodigarse. Los Lakers variaron su ataque, buscaron los triples de Vujacic y Radmanovic, las penetraciones de Fisher, la superioridad de Gasol en la zona y se encontraron con el resorte adicional de Ariza.
Los Celtics volvieron a pagar la falta de ritmo, la incomprensible desfiguración de Garnett y Pierce cuando juegan fuera de casa, su tremenda inferioridad en el rebote y sus deficientes porcentajes en el tiro, casi siempre por debajo del 30% cuando en los dos partidos de Boston fueron del 42 y del 52%. Los Lakers se fueron al descanso con 18 puntos de ventaja pese a un dato probablemente histórico: Kobe Bryant no había logrado una sola canasta en sólo cuatro lanzamientos. Sumó tres puntos gracias a los tiros libres. Pero ese fue uno de los escasos datos positivos para los Celtics que se pasaron los dos primeros cuartos en una situación deficitaria. Tocaron fondo (45-21) y sólo entonces lograron entrar en juego con un parcial de 0-12. Pero de la misma forma que arrancaron, volvieron a frenar.
Todo cambió mediado el tercer cuarto cuando Garnett dejó notarse en el interior de la zona, donde su trabajo fue complementado a la perfección por la sorda y gris labor de Brown y Powe que secaron por completo a Odom. Los Celtics se transformaron, empezaron a dominar el rebote, el ritmo de partido con la impagable contribución de House que suplió con acierto a Rondo, y volaron hacia la victoria de la mano de Pierce, curiosamente, un jugador que nació en Inglewood, la cueva de los Lakers y del showtime de Magic y Jabbar en los ochenta. Entonces, en 1986 los Celtics ganaron su último título. Ahora están muy cerca de volver a la gloria.
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