Ferrer se derrumba ante el gigante Monfils
El francés se deshace del alicantino (6-3, 3-6, 6-3 y 6-1) y se medirá a Federer en semifinales
La juventud de Gaël Monfils y el apoyo incondicional de su público fueron argumentos suficientes para intimidar y derrotar a David Ferrer en la pista central del Roland Garros. El inicio arrollador con el que el gigante francés (1,93m de estatura y 59º cabeza de serie) abrió el partido fue el preludio de una victoria que no fue más rotunda por el exceso de coraje del español. Monfils fue un gato, un auténtico atleta sobre la tierra parisina. Radiante tras su victoria en Marrakech el pasado mes, y con un físico y un látigo de derecha sobresaliente en casi todos los compases del encuentro, Monfils saltó a la pista con la firme intención de derrotar al español y alimentar la esperanza de Francia de ver en la final a su último aspirante galo. Y así lo hizo. La veteranía se rindió al ímpetu, y el pase a semifinales terminó cayendo de su lado (6-3, 3-6, 6-3 y 6-1). Esta vez, Goliat sí derrotó a David.
Con un juego muy distinto al de Ferrer, Monfils estrenó el marcador con un 'break' a su rival. Sorprendido el español, el parisino siguió esgrimiendo su juego tranquilo, paciente, apoyado en su peculiar servicio y una derecha que ocultaba su potencia armando el brazo parsimoniosamente. No faltaron los errores no forzados del francés, por otra parte inevitables por la madurez que aún tiene que llegar, pero David Ferrer siguió a remolque, a dos metros de la línea de fondo y sufriendo un tenis de peloteos largos que nada le beneficiaba.
La cara del Ferrer reflejaba la impotencia que vivía sobre la arcilla. Podía el de Jávea dominar el juego con solvencia, moviendo a su adversario de lado a lado, que de nada servía cuando Monfils, con un sólo golpe, cambiaba el mando. La derecha del francés corría más y botaba más ajustada a la línea. No había manera, y cada punto era una punzada más en la paciencia del español. Al otro lado no había prisas. Devolver la bola sin sobresaltos casi era sinónimo de victoria, y así lo hizo el tenista local hasta adjudicarse el primer set, deleitando a su público hasta levantarlo para hacer la ola.
La segunda manga comenzó de igual forma. De hecho no fue hasta el decimosexto juego cuando David Ferrer quebró el servicio de su rival. La paciencia daba su fruto, y el alicantino vivió su particular racha de suerte. Entró en la pista, varió su repertorio (incluyó la dejada como golpe decisivo), eclipsó a Monfils y lo arrinconó al fondo, donde las piernas del joven no podían llegar. Tanto que se vio encorvado pidiendo aire. 3-6. Ferrer parecía renacer.
Gaël Monfils podrá asegurar que el factor campo es uno de los mejores aliados. La derecha de David, en otras ocasiones demoledora, no encontraba su sitio, y las dejadas dejaron de sumar puntos a su favor. En cambio, el tenista galo se crecía por momentos, se hacía inmenso, y su tenis se complementaba con los errores de Ferrer. Hasta tres no forzados cometió en el 4-3 del tercer set. El momento crucial. La victoria se alejaba y Monfils volvió a ser el del inicio. Así abrió la cuarta y última manga, con autoridad aplastante. En un suspiro el marcador reflejó 5-0. Apenas quedaba ya nada de Ferrer sobre la arena. Un juego del español maquilló el resultado con el partido sentenciado, que terminó con 6-1 a favor del gigante. El próximo rival será Federer. Una prueba más para comprobar si la cantera está a la altura de los grandes.
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