El Getafe ensancha su historia
El equipo de Laudrup gana también en la vuelta al Benfica (1-0) y pasa a cuartos de final de la UEFA
El Getafe ensanchó su historia, superó a un equipo legendario, venido a menos, y se situó entre los ocho mejores de la Copa de la UEFA, en los cuartos de final, en el año de su estreno por el Viejo Continente. Con un equipo sostenido por alfileres por las nueve bajas que condicionan la capacidad de maniobra de su técnico, el danés Michael Laudrup, el cuadro madrileño aprovechó las miserias que apresan a la entidad lisboeta para proyectar su imagen en el fútbol europeo. Superviviente en las tres competiciones que disputa, aumenta el Getafe su capacidad para recrearse en los sueños. Un club joven invadido por la ilusión de crecer. Todo lo contrario que el Benfica, plagado de lustre en su historial, pero que sobrevive de los recuerdos.
El amenazador arranque del conjunto lisboeta fue ficticio. La avalancha con la que encaró al Getafe advirtió presumibles angustias para los locales que después se diluyeron. En ese arrebato, las dudas de la zaga de Michael Laudrup animaron al cuadro luso y el ex sevillista Ariza Makukula se encontró con un balón en el área que lanzó al palo. Fue hasta que la defensa madrileña se ajustó. Rubén de la Red, central de emergencia ante el cúmulo de bajas de su equipo, puso orden. Vio las acciones rivales con anticipación y sacó el balón con criterio. En cuanto el Getafe pretendía elaborar, las carencias de su adversario resaltaban. El once de Laudrup echó de menos el toque tradicional en el centro del campo. Aun así, inquietó al Benfica. Como cuando Kepa efectuó un lanzamiento excesivamente alto en buena posición.
Las más claras, sin embargo, las tuvo Jaime Gavilán. Primero, con un zurdazo que desvió Joaquim Sampaio ''Quim'' con el pie. Otra, mucho más evidente, a cinco minutos del intermedio, cuando recibió un balón de Kepa, con la cabeza, para culminar un contraataque. El futbolista cedido por el Valencia tuvo la meta de cara. Pero su tiro, con la derecha, salió excesivamente desviado. Era, sin embargo, el uruguayo Juan Ángel Albín el que puso en evidencia a la zaga visitante en más ocasiones. La rapidez del sudamericano era contrarrestada con dificultad por los jugadores lusos. Él protagonizó la primera aproximación de la segunda parte. Pero lanzó blando hacia Quim. Y la ocasión más clara. A la hora de juego, en una contra, desperdició el centro de Gavilán y envió la pelota por encima del larguero. La aparición del meta argentino Roberto Pato Abbondanzieri coincidió con la de Rui Costa. El luso representa a una de las estupendas generaciones lusas. Su brillo de antaño le permitió ganarse la vida en Italia. En los grandes. Para enriquecer su historial.
Ahora está de vuelta, mayor y sin grandes alicientes personales. De su pinta de estrella sólo quedan retazos. Como el disparo, seco y raso que lanzó desde la media luna y que obligó al portero sudamericano a efectuar una brillante parada. La primera. Quiso echar el resto el técnico Fernando Chalana y sacó al argentino Ángel Fabián Di María y al angoleño Pedro Manuel Mantorras. Toda la artillería. Albín encontró su premio a doce minutos del cierre. Para hundir al Benfica. De la Red se sumó al ataque para orientar un contraataque. El uruguayo se quedó solo y con un toque sutil, por arriba, superó al meta visitante. Ya no hubo dudas ni incertidumbre. Siempre distante de la clasificación, el Benfica bajó los brazos en la eliminatoria, mientras el Getafe se empezó a recrear para celebrar la consumación de otro hecho histórico.
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