Osaka, el preludio del infierno pekinés

Termómetros que no bajan de 27 grados, humedad que oscila entre el 60 y el 80 por ciento, sensación de sofoco, desvanecimientos, caídas, golpes contra las vallas por obnubilación son incidencias acaecidas en Osaka durante los Mundiales de atletismo, pero los atletas deben estar prevenidos: en los Juegos de Pekín será todavía peor.

A las duras condiciones en que los atletas han tenido que desenvolverse en Osaka se sumará en Pekín, al otro lado del mar, la terrible contaminación de la capital china, que trae de cabeza a los responsable del COI. Durante sesenta días al año, la capital china rebasa los límites de seguridad en cuando a densidad de ozono y concentración de partículas inhalables en la atmósfera como consecuencia del imparable incremento del parque automovilístico, que supera ya el millón de vehículos circulando a diario.

Las obras en Pekín, una urbe en pleno desarrollo, alcanzan a una superficie de 120 millones de metros cuadrados, lo que aumenta la concentración de partículas en suspensión. El compromiso adquirido por las autoridades Chinas ante el COI de reducir la contaminación está lejos de alcanzarse, a un año de los Juegos. "Si en los Juegos de Pekín va a ser como aquí, no sé qué va a ser de nosotros", comentó el español Chema Martínez tras clasificarse décimo en el maratón. "Ha sido la carrera más dura de mi vida", añadió.

El presidente del COI, Jacques Rogge, anunció en una de sus visitas a Pekín que el horario, la fecha y la localización de algunas competiciones podrían ser modificados si la contaminación pone en peligro la salud de los deportistas. Los comités olímpicos nacionales habrán de elegir entre viajar con muchos días de antelación a Pekín en busca de una buena aclimatación o llegar con el tiempo justo para que sus deportistas no estén expuestos a la contaminación más de lo imprescindible.

A esta última opción se han adscrito Estados Unidos, Australia y Gran

Bretaña. Los atletas, sensibles hasta el exceso a los pequeños detalles -la comida, el uniforme, la cama, la superficie de la pista-, pueden verse profundamente afectados por un problema grave como la contaminación. La sensación de sofoco que experimentaron en Osaka cuantos tuvieron que hacer esfuerzos superiores a un minuto puede agravarse en Pekín con las dificultades respiratorias en un ambiente contaminado.

La fondista estadounidense Deena Castor, precavida como pocas, prepara una mascarilla para utilizarla fuera de las instalaciones en Pekín, aunque los resultados de las pruebas realizadas durante los Mundiales júnior no fueron positivas. Las ventajas de la filtración de partículas se contrarrestan con una menor inhalación de oxígeno.

La polución de Pekín afectará especialmente a los atletas de fondo, a los ciclistas y los triatletas, obligados a realizar trabajos aeróbicos prolongados, expuestos durante horas al monóxido de carbono y al dióxido sulfúrico suspendido en el aire pequinés, que pueden provocar, también, reacciones alérgicas.

En este último caso el problema para los atletas se agudiza porque el tratamiento de las alergias prescribe, a menudo, medicamentos incluidos en la lista de sustancias prohibidas del COI, y es necesaria una evaluación médica para poder usarlos. Los servicios médicos de los Mundiales de Osaka adoptaron un sistema utilizado por el ejército de los Estados Unidos que, combinando temperatura y humedad ambiental, arroja un índice cromático negro, rojo o amarillo en función del cual una prueba podía ser, incluso, cancelada.

A lo largo de los nueve días de competición no fue necesario llegar a este último extremo, y el presidente de la Comisión Médica de la IAAF, el doctor español Juan Manuel Alonso, minimizó los efectos del calor y la humedad. En el maratón masculino de Osaka, el primer día, hubo 28 retirados, el 29 por ciento, pero en Helsinki''05, con una temperatura más fresca, se registró un porcentaje del 26 no muy distinto al de Osaka. Aquí fueron atendidos 12 atletas en el maratón y sólo tres en los 20 km. marcha. "No son cifras alarmantes", declaró a EFE el doctor Alonso.