La Real Sociedad vuelve a Segunda División tras 40 años en Primera
La Real Sociedad puso el punto y aparte a 40 años de presencia continuada en la primera división, tras empatar contra el Valencia en Mestalla y sin tener que estar pendiente en los últimos minutos de los resultados que se producían en Bilbao, Santander y Vigo.
Los donostiarras volverán cuatro décadas después a una categoría que las últimas generaciones de aficionados no conocen más que en los libros que narran las gestas deportivas de un equipo que fue denominado como "el ascensor" por su presencia fluctuante entre la primera y segunda división del fútbol español hasta que en el año 1967 en Puertollano, seis años después de su anterior descenso, afianzó su estancia en la élite.
La crónica de un descenso anunciado sería un título apropiado para reflejar la errática trayectoria de los donostiarras en los últimos seis años, en los que cinco estuvieron coqueteando con el descenso, con un paréntesis sorprendente que estuvo a punto de proporcionarles hace cuatro temporadas su tercer campeonato liguero de la historia y le permitió disputar la Liga de Campeones. Lejos en el recuerdo queda ya la prodigiosa década de los ochenta en la que Arconada, Zamora, Satrustegui, López Ufarte y compañía lograron dos títulos de Liga y la Copa del Rey de 1997, cuando su alineación se recitaba de memoria y se componía exclusivamente de jugadores surgidos de la hasta hace muy poco prolífica cantera guipuzcoana.
Los 90 conocieron a una Real que andaba siempre en la llamada pretenciosamente "zona noble" de la tabla clasificatoria con presencias intermitentes por Europa, pero el cambio de siglo sentó muy mal al conjunto guipuzcoano que en los últimos 6 años ha conocido cuatro presidentes, un baile de entrenadores y un sinfín de mediocridades vestidas de corto que han provocado que la tesorería se tiña de color rojo. La entrada de Miguel Fuentes hace dos años supuso un retorno a los orígenes, con la intención, nunca consumada, de poner el acento en una base compuesta por jugadores vascos y refuerzos de lujo en puestos muy concretos.
Su salida hace dos semanas por la puerta falsa no hizo otra cosa sino confirmar que cuando algo es susceptible de empeorar, en esta Real Sociedad lo hace irremisiblemente. Todos los males, confirmados en la presente campaña, comenzaron a gestarse cuando el actual Consejo de Administración otorgó todo el poder a un neófito como Jose Mari Bakero al que el puesto de máximo responsable deportivo se le hizo muy grande y mediatizó, con un desastroso inicio de campaña, el desarrollo de la Liga que ha devuelto a los guipuzcoanos a ser un club de segunda fila. Tampoco convenció Miguel Angel Lotina en su papel de salvador, ya que sus números y su concepción del fútbol han sido bastante mediocres y ha tenido tantos detractores como convencidos en el ideario del técnico vizcaíno, más por obligación que otra cosa.
En su descargo hay que decir que fue el único que hasta hoy mismo se mostraba convencido de que los blanquiazules estarían el próximo año en la máxima categoría y también el último en abandonar la nave y arrojar la toalla. Ahora, con el certificado del descenso, se inicia una nueva etapa llena de incertidumbres, con un Consejo que tendrá que someterse a la confianza de su masa social, un equipo que debe de reconstruirse de la raíz a las puntas y una tesorería que necesita urgentemente recursos, máxime si se tiene en cuenta que los 10,5 millones que engrasaban sus cuentas por conceptos de imagen y televisión se rebajarán a partir del próximo mes de septiembre a solo uno y el número de aficionados puede reducirse entre un 20 y un 30%.
María de la Peña, la primera mujer que dirige los destinos del histórico club donostiarra y que posiblemente seguirá en el cargo porque no hay nadie que quiera asumir la dura empresa de reflotar la nave blanquiazul, tiene una ardua labor en los próximos meses, que presentará este mismo lunes, para celebrar el centenario del club en 1909 como el equipo grande que ha sido durante cerca de medio siglo.
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