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El Liverpool exhibe su oficio

El primer gol del Liverpool le da alas al equipo de Benítez, que consigue una victoria contundente y concluyente de cara a la vuelta

Rafa Benítez ha convertido al Liverpool en uno de los equipos mejor trabajados tácticamente de Europa, en un conjunto que conoce a la perfección sus limitaciones y sabe explotar al máximo sus virtudes. Por si alguien tenía dudas, el contundente triunfo contra el PSV en Eindhoven le señala como uno de los candidatos a ganar esta Liga de Campeones. Solucionada casi la eliminatoria en la ida, la inquietud de este Liverpool ahora es saber a quién se enfrentará en semifinales. Chelsea o Valencia serán, si no hay una sorpresa histórica en Anfield, el último obstáculo que deberán superar los de Benítez para estar en la final de Atenas.

El morbo rodeará cualquiera de los enfrentamientos. El Liverpool ya eliminó al Chelsea en las semifinales de la Champions que ganó en 2005, después de un polémico gol fantasma de Luis García. Si el rival es el Valencia, Benítez regresará a Mestalla, donde se puede plantear un interesante debate en la grada entre los que no olvidan al técnico y criticaron el comportamiento del club con él y los que no le perdonan que resolviera su contrato para triunfar en Anfield.

El Philips Stadion de Eindhoven fue en esta ocasión el aula en la que Benítez ofreció una nueva lección táctica. Hay pocos entrenadores en el mundo con la habilidad y los conocimientos para anular al rival desde la pizarra. Con una impecable disposición táctica de sus futbolistas, el Liverpool supo manejar con autoridad el choque, salvo unos primeros minutos en los que el toque del PSV se impuso al orden del conjunto inglés. Quizá fue el único momento en el que Ronald Koeman, que acabó hundido en el banquillo holandés, soñó con alcanzar las semifinales. Le duró poco la ilusión.

Un lúcido Xabi Alonso, escoltado por Mascherano, un futbolista inteligente tácticamente, pero que cada día aporta menos en la creación, y por el infalible Gerrard, se hizo el dueño del choque, ordenó el tráfico en el centro del campo, dio equilibrio a su equipo y escondió y movió el balón hasta acabar por desquiciar al PSV. Un PSV que vive del toque y sufre lo indecible cuando no tiene el balón. El orden y la inteligencia del Liverpool para llevar el encuentro a su terreno tuvieron más peso que el toque fino de los holandeses. El toque sin ideas no sirve para nada.

Poco más de 25 minutos necesitó el Liverpool para dejar claro quién era el mejor equipo en esta eliminatoria. Finnan centró desde la derecha y Gerrard, con un impecable cabezazo batió a Gomes, que apenas diez minutos antes hizo la parada de la noche también a un remate de cabeza del capitán del Liverpool.

Aguantó como pudo el PSV hasta el descanso y aparentó una fortaleza futbolística y mental que desapareció en el descanso. El paso por los vestuarios permitió ver al chino Sun Xiang, el primer futbolista de su país que juega la Champions, sustituir a Farfán, que no vivió su mejor noche. El cambio no sirvió para nada y el PSV acabó siendo un juguete en los pies del Liverpool, que además de una lección táctica y de saber estar, demostró todo su oficio. Además añadió algo de lo que no anda sobrado: efectividad en el remate.

Contó para ello con la inestimable ayuda de Simons, que en un error incomprensible en un profesional convirtió un lamentable despeje en un magnífico pase a Riise. El noruego recibió fuera del área, preparó la zurda, apuntó, golpeó y salió corriendo a celebrar el segundo tanto. En apenas tres minutos de la segunda parte no sólo parecía sentenciado el partido, sino también la eliminatoria. Las pocas dudas que había de ello las despejó pasada la hora de juego el larguirucho Crouch, que aprovechó su dos metros de altura para convertir en gol un buen pase de Finnan.

El resto del choque se disputó porque a ello obliga el reglamento, no por que fuera necesario. El PSV terminó de desaparecer y el Liverpool dejó pasar el tiempo con una comodidad y una autoridad inesperadas. Aún tuvo tiempo de que Kuyt provocara la amarilla que le impedirá jugar la vuelta, pero le permitirá estar a disposición de Benítez en semifinales. Lo peor fue la lesión de Fabio Aurelio, que abandonó el campo en camilla.

El único contratiempo para un Liverpool que hizo valer el peso de su impresionante historia y el magisterio de su entrenador.

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