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El Sevilla caza al líder

El Sevilla se sitúa como co-líder tras pasar por encima de un Atlético nefasto

El fútbol de élite llegaba al Pizjuán, y por si no fuera bastante que se enfrentaran dos de los mejores equipos de España y Europa, entre los que existe una rivalidad fraticida, las circunstancias que rodeaban al encuentro no podían hacerlo más apasionante. Aunque a este duelo no le hacen falta más alicientes, Madrid y Barça habían regalado a ambos equipos la oportunidad de acercarse más aún y poner la parte de arriba de la tabla como el metro de Tokio, es decir, muy apretado.

Aguirre había dispuesto un rombo con Mista en la punta y Maniche por la derecha (aunque por momentos cambió al trivote, demasiada indecisión), mientras que Juande optaba por su clásico doble pivote con Navas y Puerta por las bandas. Era lo de menos. Estos partidos los gana el corazón, no la cabeza. Y el comienzo no defraudó a nadie. Igual que un derby pero con ritmo. Los dos equipos salieron sin complejos, sin especulaciones que hacen que la entrada parezca más cara por lo poco que se disfruta. Ya en el minuto tres una internada de Pernía finaliza en disparo del hispano-argentino que despeja con muchos problemas Palop. Susto y declaración de intenciones.

En los minutos posteriores el Sevilla quien que se adueñó del balón, y cuando lo tenía buscaba la portería rival con unas ansias temibles. Después del mal comienzo de año, los del Nervión tienen un hambre de victoria que no se sacia fácilmente. La primera ocasión clara llegó tras un tiro de Luis Fabiano desde dentro del área que atajó Leo Franco. Sólo cuatro minutos después llegó el gol de Kanouté gracias a la incansable presión sevillista y una negligente defensa atlética. El francés batió en mano a mano a Leo Franco.

Para ese entonces el Sevilla ya había pasado de tormenta a huracán. Sus jugadores exhibían esa actitud que muestran todos los equipos cuando se enfrentan a un grande, y esa es una de sus mayores virtudes, que nunca se relajan. Con Alves y Navas haciendo lo que querían por su banda, el segundo tanto no tardó en llegar, y fue obra del brasileño tras un tiro lejano que, con algo de suerte y ayuda del guardameta rojiblanco, acabó en el fondo de las mallas. El Sevilla no daba un golpe en la mesa, directamente partía el tablero.

Aunque no lo parezca el Atlético también jugaba, aunque no podía hacer gran cosa. Luccin y Costinha evidenciaban los problemas de siempre a la hora de sacar el balón jugado, y sólo un furtivo pase de Maniche dejó a Agüero en disposición de acortar distancias, pero no acertó a definir y Palop despejó a córner. Por si fuera poco el 'Kun' y Torres no se entendían como en otras ocasiones, y de Mista no se sabía nada. El panorama se aclaró algo para el Atlético con la expulsión de Martí por una dura entrada por detrás a Agüero. De nuevo este encuentro se envolvía en polémica.

Lejos de lo que cabía esperar, parecía más cercano el tercero del Sevilla que el primero del Atlético, y encima Aguirre no se decidía a dar entrada a un jugador con capacidad creativa, de modo que Jurado seguía corriendo la banda. El descanso finalmente le vino mejor al que jugaba con once.

Esfuerzo inútil

La reanudación nos deparó un encuentro más acorde con las circunstancias. El Sevilla esperando al rival y tratando de tener el balón lo más lejos posible de su área. Quedaba mucho por delante y los de Juande tenían que dosificar. Bueno, todos menos Kanouté, que estaba en todas partes y parecía Maradona. El Atlético por su parte estaba volcado. Jurado y Galletti entraron por Luccin y Mista, y el balón les pertenecía, pero más por la permisividad local, ya que de peligro, nada de nada.

En una de las esporádicas llegadas de los visitantes, Agüero reclamó un penalti por mano de David que la televisión se encargó de confirmar. Fernando Teixeira seguía cubriéndose de gloria. El reloj corría y el Atlético se encomendaba a Agüero y Jurado, los únicos que desbordaban e imprimían mayor velocidad al juego de su equipo. Hasta aquí lo bueno. El Atlético carecía de profundidad, rondaba el área pero la afición local no es que temblara de miedo precisamente. Es más, Kanouté seguía haciendo de las suyas, y junto a Alves se bastaban para desquiciar a la defensa atlética. Así llegó el tercero sevillista. Tras un córner botado por Alves, y con la mediación de Escudé, Kanouté cabecea el balón al fondo de la portería. Lo de la defensa del Atlético era ya incomprensible. Poco más se puede decir. El Atlético estaba descompuesto, la resignación se apoderó de los jugadores y el balón continuaba circulando como si el resultado fuera de empate a cero. Chocaba ver la intensidad con la que se empleaban los sevillistas y la parsimonia de los rojiblancos, bueno de todos menos de Agüero. El argentino provocó un penalti que Torres se encargó de fallar (incomprensible que siga tirándolos) para que Pablo rematara el rechace de Palop.

Quedaban nueve minutos y el Atlético pareció por un momento recuperar la esperanza. Minutos después Palop mantuvo la distancia en el marcador al detener con una espectacular estirada un lanzamiento de Jurado. El Sevilla ha vuelto, el partido de Bucarest ha supuesto un punto de inflexión. El equipo y la afición se han acostumbrado a los éxitos y no hay nada más poderoso que el hambre de victoria y la predisposición en el trabajo. Los pupilos de Juande nunca se conformaron con el resultado, ni con el 3-0. Esa actitud les llevará lejos, seguro.

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