El Espanyol no aprovecha la expulsión injusta de Cannavaro
Van Nistelrooy logró el único gol del partido
Las visitas del Real Madrid al campo del Espanyol eran hace años una excusa para que confraternizaran las dos aficiones. Ahora, el protagonismo lo han tomado los árbitros. Si la temporada pasada la victoria del Espanyol estuvo marcada por un error del árbitro Rodríguez Santiago, en esta el relevo lo tomaron Pérez Lasa y su asistente, que expulsaron de forma injusta a Cannavaro. Lo que nada cambia es la efectividad que demuestra el equipo de Fabio Capello. Una vez más supo administrar a la perfección sus ocasiones de gol y se mantuvo firme en defensa. La efectividad volvió a ganarle la partida a la brillantez.
Fabio Capello ya lo apuntó contra el Sevilla, donde se decidió a alinear juntos a Ronaldo y Van Nistelrooy y aprovechó la ausencia del sancionado Diarra para situar a Beckham como compañero de Emerson en el mediocentro. Esta vez dejó a Ronaldo en el banquillo, pero situó por detrás de Van Nistelrooy a Robinho, en la derecha, Reyes, en la izquierda, y Raúl, como mediapunta. Esta apuesta ofensiva llevó a Guti a dar un paso atrás para actuar junto a Emerson.
Esta nueva variante táctica debería haber dado al Madrid una mejor salida del balón, pero no fue así. En el primer tiempo, Guti nunca se encontró cómodo y Raúl fue incapaz de aportar las ideas que ofrece el 14 como enganche. De las bandas tampoco llegó la profundidad que pretendía lograr Capello al situar en ellas a Robinho y Reyes. Ninguno tuvo verticalidad y antes del descanso Capello decidió cambiarlos de banda, pero al salir de los vestuarios el equipo volvió a la disposición original.
La apuesta por el ataque obligó a multiplicar su esfuerzo a los defensas, que fueron quienes sostuvieron al Madrid. Un ejemplo de esas precauciones de la zaga fue la casi nula aparición de Roberto Carlos en ataque. El Espanyol no lo hizo mucho mejor en los 45 minutos iniciales y en el duelo que se libró en el centro del campo apenas apareció Iván de la Peña. Las consecuencias las pagaron Tamudo y Luis García, que debieron luchar en inferioridad contra la ordenada defensa del Madrid. El resultado de todo ello, además de un juego nada atractivo, fue que sólo se vio un tiro entre los tres palos. De Robinho en el minuto 43.
El paso por los vestuarios desconcertó al Espanyol y despertó al Madrid. Reyes avisó de inicio con una internada por la banda que obligó a intervenir a Kameni como no lo había hecho hasta entonces y a los cinco minutos el encuentro dio un giro completo. Guti apareció por la mediapunta, firmó el mejor pase de la noche y Van Nistelrooy hizo el resto. El holandés recibió en el área, se revolvió ante Chica y batió a Kameni de tiro cruzado. Un buen gol, de una calidad muy superior a la del partido. En medio de la euforia por el gol, Guti se animó y probó suerte desde fuera del área. Kameni respondió con una estirada tan estética como efectiva.
En ese momento, Cannavaro ya había visto su primera amarilla y recibió la segunda poco después de forma injusta. El asistente de Pérez Lasa entendió que el italiano había cortado un centro con la mano y llamó al árbitro para que le expulsara. Se equivocó. Cannavaro se cansó de decir que la pelota le había golpeado en la cara. No le sirvió de nada y se marchó a los vestuarios con más de media hora todavía por jugar.
La torpeza arbitral acabó con el poco ritmo que había tenido el choque. Capello reaccionó sustituyendo a Robinho por Mejía, un central, y Ernesto Valverde respondió retirando a Rufete para que reforzar el ataque con Pandiani. Esta solución de emergencia no le pareció suficiente a Capello, que sacrificó a Reyes y acabó recuperando la pareja de mediocentros que más le gusta, Emerson y Diarra. El último cambio lo gastó el técnico italiano con Raúl Bravo, que suplió a Van Nistelrooy. Con uno menos y ventaja en el marcador, el Madrid se replegó con inteligencia y trató de matar el encuentro al contragolpe. En esas circunstancias se echó de menos a Ronaldo. Pese a actuar con diez, el Madrid vivió con una inesperada tranquilidad hasta el tramo final del partido, cuando el Espanyol se olvidó de la defensa y obligó a que Casillas probara sus guantes. Iker hizo su trabajo y también la defensa, que terminó siendo la principal responsable de la victoria.
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