El Barça pierde el oficio

Al Barcelona le falta pegada. Ésta es la principal conclusión que se extrae del empate cosechado por el conjunto catalán en terreno levantinista. Con la mente fijada en el choque europeo del martes, los hombres de Rijkaard demostraron que han perdido algo de 'punch' en los envites de perfil callejero. Ni siquiera Deco, cada día más entonado, pudo impedir el traspié azulgrana.

Como era previsible, Rijkaard planteó el partido mirando de reojo a la decisiva cita frente al Werder Bremen. Así, el técnico holandés echó mano de la veteranía de Thuram para cubrir la ausencia de Márquez y reforzó la posesión del esférico con la presencia de Xavi, Deco e Iniesta acompañados por Edmílson. El Levante, irregular, trató de hallar el punto débil de los azulgrana a través de las jugadas de estrategia y los balones en largo en un esfuerzo que obtuvo sus frutos.

Los primeros quince minutos supondrían el paradigma perfecto para explicar el transcurrir del partido. Toque constante del Barcelona, rozando la monotonía, y presión levantinista como respuesta. Tan sólo Giuly, el más descarado, se atrevió a quebrantar la planitud del guión. El francés demostró que es un recurso muy fiable con sus peligrosas internadas por la banda derecha. En una de ellas, no vio la posición idónea de Gudjohnsen, pero poco después, Napo interpretó un buen pase de Deco para disparar a los guantes de Molina.

Neutralizado Giuly, el partido regresó al cuerpo a cuerpo positivo para los jugadores de López Caro. Sin embargo, el técnico andaluz no contaba con la presencia de Deco. Un futbolista que tan pronto es capaz de hacer bella la acción más sencilla como de enseñar los dientes cuando la cita lo requiere. El portugués lo hizo todo. Chutó a portería, se lanzó a ras de hierba, tuvo una enganchada con Berson y posicionó a su equipo. Al margen de Deco, el encuentro halló un protagonista inesperado en la figura de Víctor Valdés. El meta, cada vez más decisivo para el Barcelona, detuvo un mano a mano providencial frente a Riga y salvó un tiro de Nino que se colaba en su portería. Dos intervenciones fundamentales que fueron recompensadas con el tanto del Barcelona al filo del descanso. Con Ronaldinho conjurándose para la Champions, Deco tomó el esférico con mimo. Lo colocó, miró al frente y lo situó en un un punto inalcanzable para la estirada de Molina. Un excelente premio para el jugador total.

La sustitución de Deco, clave

En la segunda mitad, Rijkaard mantuvo su esquema pseudo italianizado para tratar de conservar la renta. El holandés introdujo a Ezquerro en lugar de Giuly y dio entrada a Oleguer para dar descanso a Deco. El Levante reaccionó con fiereza. Riga desestabilizó a la zaga azulgrana con sus movimientos y Valdés volvió a demostrar su categoría trazando una preciosa 'palomita' a un tiro de Courtois.

La sustitución de Deco hizo perder fuelle al Barça, que pudo ampliar el marcador con una vaselina de Ezquerro que terminó estrellándose en el poste tras una acertada intervención de Molina. Pero lo dicho. La ausencia del centrocampista luso restó carácter y coraje a su equipo. Con el 'metrónomo' en el banquillo, los azulgranas se mostraron incapaces de llegar a la portería rival y frenar el juego directo de sus rivales. Una apuesta que obtuvo su resultado cuando Kapo lanzó un obús que Valdés no pudo blocar y en cuyo rechace, Álvaro envió el balón a la red.

Sin duda, un duro castigo para el Barcelona, que ya saboreaba la victoria antes de afrontar el examen frente a los alemanes. Incluso, Megía Dávila perdonó la expulsión a Puyol en el tramo final del encuentro cuando derribó a un delantero local. Una decisión indulgente que no impediría que los catalanes se dejasen dos valiosos puntos en el feudo levantino. Un resultado que se perdería en el olvido culé si se obtiene el pase contra el Werder Bremen. Rijkaard perdió la apuesta, pero el martes tendrá la oportunidad de resarcirse. Todo a una carta.