Gudjohnsen maquilla las dudas del Barça
El islandés, a falta de dos minutos, resolvió un encuentro en el que los catalanes volvieron a dar muestras de que han perdido fuelle
Tuvo que ser un debutante, el albino Guddy, el que resolviese el enigma de un Barcelona que guarda cierto parecido con Doctor Jekill y Mister Hyde. El Celta descubrió las carencias de un equipo que, sin ser el de antaño, continúa imponiendo la ley del más fuerte
Pesaba el desastre de la Supercopa europea sobre la conciencia de Rijkaard. Y mucho. El holandés, sin su gran creador, Ronaldinho, buscaba el golpe de efecto en Vigo. Una victoria que subsanase la herida abierta en Mónaco. El técnico azlugrana se aferró a la lógica del cambio para despejar las dudas. Zambrotta, Gio, Iniesta y Giuly, al ruedo. Ésto no impidió que el Barça evidenciase su temor a otro Ko.
De hecho, una de las acciones más peligrosas del Barcelona en la primera parte llegó de una falta botada por Márquez. Sin la omnipresencia de Ronaldinho a balón parado, fue el mexicano el encargado de probar fortuna. Sin embargo, su lanzamiento salió lamiendo el poste izquierdo de la portería de Pinto. Lo dicho. Las tornas han cambiado.
Poco después, un desubicado Eto'o trató de lograr el gol mediante un ingenuo disparo. Messi, ídem de ídem. El Celta tampoco presentaba un rico bagaje ofensivo, pero resistía ante el tímido y teórico dominio azulgrana. Avisó Lucas con un primer disparo. Deco, sin chispa, trazó una bella parábola a la media hora que se encontraría con la estirada de Pinto. Un mal presagio.
Un Barça benigno, espeso y carente de pegada no podía con los vigueses. El excesivo protagonismo de Motta y Puyol, en detrimento de las florituras de Iniesta y compañía, no son un buen punto de partida para los catalanes. Ya ocurrió en Mónaco, con resultado nefasto.
En el minuto 41' se certificó la versión más pobre de este Barça. Nené, muy enchufado al partido, puso en evidencia el aparente poderío de Márquez. El delantero hizo un doble recorte que dejó al mejicano por los suelos. La viva imagen de un Barcelona impotente. El posterior despeje de Valdés -¡bendito sea el día en que ataje algún balón!- dejó el esférico a merced de Baiano. Éste, como buen depredador del área, no desperdició la oportunidad para estrenar el marcador y confirmar el bajón de los de Rijkaard.
Antes de llegar al descanso, Messi pudo lograr el empate con un lanzamiento que aterrizó plácidamente sobre las manos de Pinto. Rijkaard, cariacontecido, desencajado. Algo poco habitual teniendo en cuenta la imperturbabilidad del holandés.
Intercambio de golpes
Arrancó con fuerza el Barça en la segunda mitad. Los azulgranas, heridos, ofrecieron un leve esbozo de su otra versión, su mejor cara. La reprimenda de Rijkaard en el descanso sirvió para engrasar la máquina.
Cinco minutos. Tan sólo cinco minutos necesitaron para dar la vuelta al marcador y reivindicarse. Primero, Eto'o. El camerunés estrenó su casillero en una discutida jugada en la que Giuly, inmerso en la jugada, estaba en una más que dudosa situación. Cuatro minutos después, Messi rindió pleitesía a una excepcional cabalgada de Iniesta fusilando a Pinto.
Con los dos goles, el equipo catalán trataba de reencontrarse. Pasar de una versión monótona, fría e ineficiente a una eléctrica, decisiva. Sin embargo, todo quedó reducido a dos meros destellos. Un ligero intento por salvar el orgullo de un campeón tambaleante, tocado.
El Celta, perfecto intérprete, aprovechó las lagunas defensivas del Barcelona para firmar el 2-2. Gustavo López, viejo rockero él, mandó el balón a las redes ante la indecisión de Valdés al saque de una falta. Las dudas sobrevolaban el emporio azulgrana. Rijkaard movió ficha. Motta y Giluy al banco; Edmílson y Gudjohnsen, a los leones.
El islandés, debutante en Liga, se convirtió en el protagonista de la fase crítica del encuentro. Primero, al lanzar a las nubes una clamorosa oportunidad. Poco después, 'Guddy' reavivaba el 'espíritu Larsson' con un derechazo que significaba el 2-3 y sentenciaba la partida. Excesivo premio para un equipo que vence, pero que no convence.
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