Ronaldinho encumbra al Barça
El equipo azulgrana hace valer su calidad y oficio y elimina al Chelsea tras un magnífico partido decantado por el gol del brasileño
Adiós Chelsea, que le zurzan a Mourinho y larga vida al Barcelona de Ronaldinho. Así de contento se puso el Camp Nou después de que el Barça alcanzara los cuartos de final de la Liga de Campeones, tras eliminar al equipo que le discutía precisamente su manera de entender el juego. Fue el Barça el equipo más hermoso y también el más eficaz en los dos partidos para desdicha del club de Stamford Bridge, que se quedó con la palabra en la boca, en el dinero en el bolsillo y su juego en el callejón del córner. El fútbol no se compra, como pretende Abramovich, ni se vende, como dice Mourinho, que claudicó incluso con el árbitro de su parte, como se apreció en el penalti que cerró la ronda. La única razón del Chelsea ha sido a balón parado, nada que ver con el dinamismo del Barcelona, mejor en Stamford Bridge cuando expuso su fútbol y también ayer en el Camp Nou, escenario en el que neutralizó al equipo inglés con sus propias leyes del juego.
Aunque con jugadores distintos, la vuelta arrancó igual que la ida, y al descanso el partido continuaba igual de abrochado que el de Stamford Bridge. No se contaron más de cinco remates a portería por ningún córner, signo inequívoco del pánico que provocaban en ambos equipos las jugadas de estrategia, generalmente decisivas en los partidos que se resuelven por detalles como parecía el caso. Aunque la alineación era sorprendentemente ofensiva, con hasta cuatro jugadores de ataque (Duff, Robben, Cole y Drogba), el Chelsea funcionaba mejor defensivamente. A Mourinho le tocaba mover pieza porque su equipo perdía por un gol de diferencia y, consecuentemente, se entendió que moviera piezas para alterar el status quo que le convenía al Barcelona.
Rijkaard repitió alineación y procuró también que le saliera el mismo partido que en Londres. No pudo porque Messi se lesionó muy pronto, sin que mediara entrada alguna, y el Barça perdió poder de intimidación. No hay jugador más desequilibrante en el equipo azulgrana que el argentino. Al contrario no le queda más remedio que emplear a dos zagueros para combatirle. Messi no sólo le da aire al equipo sino que le invita a ir a por el partido. Otra cosa es Ronaldinho.
El brasileño es un jugador distinto, divertido, capaz de llenar el partido más aburrido con cualquiera de sus gestos técnicos. A veces, sin embargo, resulta demasiado barroco, individualista si se quiere, y no repara en las zonas del campo en que se la juega en el mano a mano. La retirada de Messi obligó a Ronaldinho a asumir la responsabilidad de marcar las diferencias. No le fue fácil porque el Chelsea le reducía casi siempre de manera sobresaliente. No le importó esperar porque nadie como el gaucho sabe cuando es el momento de resolver.
Aunque el marcador jugaba en su contra, los blues asumieron el dominio escénico del encuentro. El partido era un duelo físico, táctico, de un gran desgaste psicológico.
La respuesta del Barcelona fue estupenda, muy meritoria por la exigencia del partido y la categoría del rival. Muy bien organizado defensivamente en su cancha, el Barça no concedió ni una opción al Chelsea. Los ingleses no sacaron ni un punto de ventaja de los duelos que se suponían más equilibrados. Puyol, Márquez, Deco, Edmilson y Motta, la línea dura del Barcelona, aguantó a pie firme el despliegue de Makelele, Lampard y Terry. Aguardó el Barcelona su momento con un temple exquisito. Paciente e inteligente, dejó que el encuentro se fuera consumiendo sin novedad, como si firmara el empate, más que nada por la incapacidad del Chelsea para meter un gol. Igualada la contienda en la línea de medios, el resultado quedó a expensas exclusivamente de los jugadores que marcan las diferencias. Y los hay más en el Barcelona que en el Chelsea. O, cuanto menos, hay uno que no tiene comparación como es Ronaldinho.
El brasileño apareció en el momento justo, cuando el partido estaba más maduro, en el instante en que un gol tiene un efecto disuasorio. Ronaldinho caracoleó hasta alcanzar el balcón del área y remató a la red sobre la salida de Cech. Un gol bastaba para resolver el encuentro y también la eliminatoria. La intervención negativa del árbitro le vino bien incluso al Barcelona. Merk se inventó un penalti de Gio sobre Terry que le permitió al Chelsea salir del Camp Nou con un empate que sólo le sirvió para dejar en evidencia a Mourinho por sus quejas sobre los colegiados.
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