_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | 24ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Munitis salva al Depor del naufragio

Una enérgica reacción permite a los coruñeses empatar ante un Zaragoza con más fútbol

El Zaragoza y el Deportivo andan metidos en la batalla de la Copa, en la que podrían enfrentarse en la final, y toda su pasión parece reservada para ese torneo. Si lo de esta tarde en Riazor se presentaba como un posible ensayo, resultó desangelado y poco convincente.

El Depor salió del desastre en que se había sumido en la primera parte con una enérgica reacción tras el descanso que le permitió evitar otra derrota en casa. El Zaragoza aún traía los pelos de punta del Bernabéu y, pese a que dio la impresión de tener más fútbol que su rival, no se decidió a apretarle. Así que hubo empate y muy pocas conclusiones que sacar.

Hace algunas semanas, Joaquín Caparrós, abrumado por la incesante sucesión de derrotas del Depor en casa, aseguró que conocía el motivo, aunque prefiriese no explicitarlo. Su siguiente alineación en Riazor habló por él con elocuencia: aumentó el espesor del centro del campo con otro medio centro defensivo. Poco cambió desde entonces. El Depor siguió agasajando a todo tipo de visitantes, y su juego se volvió incluso más rudimentario, más chato, más predecible. La quintaesencia de todo eso fue la primera parte de ayer, en la que el Depor castigó a su gente con la misma modalidad de bodrio. Caparrós reaccionó en el descanso y desanduvo el camino recorrido en las últimas semanas. Recuperó a Sergio, centrocampista de más vuelo, para reemplazar al laborioso y torpe De Guzman. Y el Depor se transformó. Su juego adquirió voltaje y decisión hasta acorralar por momentos a un Zaragoza que había vivido la primera parte disfrutando de la clase de comodidades que conceden los rivales sin fútbol. La revolución que trajo el descanso no fue suficiente para que el Depor alcanzase el triunfo, pero al menos le sirvió para evitar la derrota, que, tal como están los tiempos en Riazor, ya pareció todo un acontecimiento.

Tras la infernal noche que había vivido entre semana en el Bernabéu, el Zaragoza tuvo que sentirse en la gloria en un Riazor gélido y semivacío. Hasta la violenta granizada que cayó en la primera parte debió de resultar reconfortante para el equipo de Víctor Muñoz al lado de la caldera que estuvo a punto de abrasarlo en Chamartín. El Zaragoza nunca se sintió atosigado, disfrutó de la pelota y, pese a que dio la impresión de que andaba con el freno de mano puesto, manejó el partido sin grandes dificultades. Ni siquiera necesitó generar ocasiones para marcar. El gol llegó en una falta de laboratorio, lanzada por Ponzio desde la derecha, que Álvaro cabeceó hacia atrás en el área pequeña y Diego Milito remachó a bocajarro.

Del Depor no hubo nada que contar, salvo el conocido festival de pelotazos, imprecisiones y demás atentados de toda índole a la estética del fútbol. Hasta que llegó la reacción tras el descanso, culminada con un magnífico gol de Munitis, que cambió su tremendismo habitual por un toque de sutileza: clavó una falta perpendicular a la portería, sin apenas ángulo de tiro y con cierta colaboración del portero. Milito, el mariscal que reina en el defensa del Zaragoza, tuvo que multiplicarse para contener el arreón local, y el partido fue virando hacia un cierto equilibrio, roto en el tramo final cuando Coloccini se empeñó de nuevo en irse expulsado y propinó un puñetazo a Sergio García. Molina evitó en el último instante un gol de Óscar, que remató a placer, y el Depor hasta se fue contento por librarse de otra derrota en casa.

Munitis celebra el gol del empate del Deportivo ante el Zaragoza.
Munitis celebra el gol del empate del Deportivo ante el Zaragoza.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_