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Crónica:BALONCESTO | Copa del Rey
Crónica
Texto informativo con interpretación

Con plena autoridad

El Tau ofrece una demostración de poderío ante un Madrid carente esta vez del 'efecto Bullock'

Esta vez no hubo milagro. Ni recuperación asombrosa. Ni sorpresa inesperada. El Tau cumplió con los pronósticos y con la lógica, pues cuenta con una plantilla superior, plena de recursos y profundidad que le permite confiar en que siempre encontrará la solución que le lleve por el buen camino. El Madrid lo intentó con su habitual energía, pero se encontró con un equipo que, a diferencia de lo le que ocurrió con el Barcelona, no le permitió hallar una rendija por la que ver una luz que le diese algo de esperanza.

Tampoco pudo contar con los beneficios psicológicos del efecto Bullock, pues el estadounidense no tuvo trascendencia en el juego, limitado por la vigilancia que le dispensaron y por sus problemas físicos, acrecentados por el esfuerzo del día anterior. Así, el Tau no sufrió en exceso para pasar a la final, a la que llega como una locomotora, pleno de moral y confianza tras su demostración de poderío.

Desde la primera jugada, el partido discurrió casi siempre en una misma dirección. Atacaba el Tau y el balón llegaba a Scola. Detrás de él, Felipe Reyes. Uno de los enfrentamientos estelares, pues ambos han convertido sus citas en algo que trasciende de ser baluartes fundamentales en sus respectivos equipos para tornarse algo personal.

Durante la final de la temporada pasada, Felipe consiguió sacar de quicio a Scola, que, llamado a ser una de las estrellas, terminó viviendo una de sus mayores decepciones. Y eso un jugador como el argentino, que lleva la competición en la sangre, no lo olvida. Desde entonces sus duelos echan chispas. Sacando a pasear su característico juego de espaldas, una rara avis en los tiempos del músculo, Scola metió la primera canasta y, de paso, mandó un mensaje claro de la disposición personal y colectiva.

Dirigido perfectamente por Prigioni, el Tau ha encontrado en el mercado suficientes repuestos para parecerse al de la temporada pasada. El base argentino no es Calderón, pero cuenta con parecida ascendencia entre sus compañeros, a los que maneja con tremenda precisión. En una cosa fundamental sí se parece al ahora jugador de los Raptors. Su implicación emocional en los partidos es máxima. Dirige, anima, es maestro en el juego de dos contra dos y no duda en buscar el lanzamiento si su primera opción, la asistencia, no es viable. Por si no fuera suficiente, es de los más listos de la clase, como demostró con un par de robos de cartera en saques de fondo del Madrid, más producto de la pillería que de las piernas.

Con Prigioni como vértice y Scola como fin de recorrido, el Tau empezó a construir su victoria desde el principio, lo que obligó a Maljkovic a buscar a Bullock en su banquillo (7-15, m. 8). Pero esperar de un jugador lesionado que en 24 horas salve dos partidos de la dureza física con la que se practica hoy este deporte es pedir demasiado. El norteamericano aguantó como pudo y hasta logró 13 puntos, que en su estado resultan admirables, pero quedó inutilizado antes del final del tercer cuarto.

El partido lo rompió Erdogan, uno de los ejemplos de la eficacia con que cuenta Perasovic en su banquillo. Se está ante uno de esos tiradores demoledores cuando cogen la racha, lo que hace con cierta frecuencia. Apareció en escena al final del primer cuarto y no paró de destrozar la defensa madridista hasta que su quinto triple dejó el encuentro para el arrastre (45-64, m. 8 del tercer cuarto). Ante la defensa individual tiene una salida del bloqueo para armar el brazo en décimas de segundo que resulta imparable. Ante la zona que dispuso Maljkovic, fue ejecutor de unos cuantos movimientos del balón excelentes del Tau por su velocidad, su criterio y su selección del lanzamiento.

Aun así, resultó conmovedora la reacción del Madrid. Con 19 puntos de desventaja, Bullock retirado, Rakocevic y Felipe Reyes eliminados por faltas y un quinteto inusitado formado por Sonko, Tomas, Sonseca, Gelabale y Hamilton, consiguió sembrar una última duda (66-73, con cinco minutos por jugar). Seguro que a algún aficionado vitoriano le vino a la cabeza el increíble final de la Liga anterior. Pero esta vez era pedir demasiado. El Tau no se descompuso y buscó en su batería de lanzadores alguna solución. Le tocó a Hansen y la remató Splitter, quien, aun más flojo que otros días, tuvo tiempo para un par de acciones de categoría.

En definitiva, que, al final, el Tau hizo valer su superioridad y dio el segundo paso con una enorme confianza. Se planta en la final después de laminar al Joventut y el Madrid. Hoy les espera el Pamesa, la gran revelación. A poco que se acerque al rendimiento de estos dos últimos días, tendrá muchas posibilidades de que la Copa termine viajando a Vitoria.

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