El Celta se empaña pero sobrevive
El equipo de Vázquez comienza arrollando al Betis en la primera mitad y luego sufre para conservar el resultado
Algo extraño ocurre en Vigo con el Celta. Por razones que escapan a la lógica, un recién ascendido que marcha tercero no logra enganchar a la afición. En casa lo ha ganado casi todo, pero su apariencia en Balaídos resulta endeble. Lo mismo arrolla que se encoge, y su entrenador, que puede presumir de unos números envidiables, no se libra del runrún de la grada.
Pero si todo eso es extraño, mucho más lo es el guión de sus victorias en Balaídos, cortadas siempre por el mismo patrón: una gran primera parte, una ventaja insuficiente y sufrimiento, mucho sufrimiento. O lo que es lo mismo: Canobbio, Baiano y Pinto. Como ante el Atlético, Canobbio y Baiano firmaron lo que parecía una sentencia, en medio de un ciclón de paredes, posesiones interminables y ocasiones de gol . Igual que ante los de Bianchi, Pinto acabó salvando a su equipo del desastre cuando el Betis le inyectó al encuentro adrenalina.
En su afán por dejar su obra incompleta, el Celta empañó un partido diseñado para exhibirse. A los veinte minutos había anotado dos goles y tenía debajo de su bota al Betis, que se arrastraba como un equipo perdedor. Una tarde tranquila, pensó algún incauto, sin reparar en que en Balaídos, la victoria esta temporada es sinónimo de angustia. Bastó que el Betis enseñara las uñas y que se lesionara Oubiña para que el Celta perdiese el balón y el hilo del partido. En noches así, su único recurso es la defensa a ultranza y los reflejos de Pinto, que tiene que arreglar bajo los palos lo que deja volar por el cielo de su área. Incapaz de abandonar el larguero, cada balón aéreo es una tortura para el equipo de Fernando Vázquez, cuya hinchada parece condenada a abandonar Balaídos con sabor agridulce. Victoria tras victoria, siempre con la misma angustia.
Nada del otro mundo puso el Betis, que manifestó las carencias características de los equipos sin patrón. Descabezado, sin una idea que defender, el grupo de Serra Ferrer estrenó en Balaídos su enésima fisonomía: con dos medios defensivos, su centro del campo fue peor que vulnerable, a la intemperie de los robos de Iriney y Oubiña. En la izquierda, Varela taponó todo conato de profundidad; Joaquín fue el jugador plano que fracasa en la selección, y Edu no entró en contacto con la pelota, porque carecía el Betis de un plan para ofrecérsela.
Pasada la media hora de partido, ya con dos goles en contra, Serra Ferrer volteó al equipo para abrir los extremos y subir a los laterales, y el Celta lo entendió como un mensaje intimidador. Para bien y para mal, el equipo de Vigo es hijo de Fernando Vázquez, que no cuenta entre sus virtudes con la sangre fría necesaria para afrontar los accidentes. Así, la segunda parte fue un tobogán por el que el Celta se deslizó sin remedio, del que sólo salió vivo porque el Betis fue poco y Edu anotó demasiado tarde.
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