_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | 13ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid recupera la actitud

Dos goles en dos minutos salvan a Luxemburgo en Anoeta ante una Real frágil en defensa

En dos minutos, Vanderlei Luxemburgo, acosado por los resultados y los asuntos internos, con Guti como último protagonista, ganó una semana más de vida en el banquillo blanco y el Madrid un punto que tenía perdido. Toda su falta de pegada se recobró en esos dos fogonazos finales, inesperados, cuando Anoeta, fruto de las expulsiones, parecía una inmensa pradera.

Las expulsiones no fueron anecdóticas. La Real pagó más precio por la ausencia de Garitano que el Madrid por la del impulsivo Sergio Ramos. La razón era obvia. El Madrid perdió un central cuando ya sólo pensaba en atacar y la Real a otro cuando sólo pretendía defender. En dos jugadas aéreas encajó dos goles por su mala defensa.

El resultado fue fiel a un partido ciclotímico, lleno de altibajos en ambos equipos, poco táctico y demasiado enérgico en su segunda mitad, al que el Madrid supo ponerle cara y músculo, aunque su juego sigue adoleciendo de falta de continuidad. A la Real, el resultado final le sorprendió tanto como su momentánea victoria.

Probablemente al Madrid le sobra arte para tirar rombos, manejar el balón en espacios cortos, guardarlo como una pieza de museo y obligar al contrario a perseguirlo como un lebrel desesperado. Probablemente es el juego que más les gusta a sus futbolistas porque les recuerda aquellos tiempos en que les llamaban galácticos y exhibían su fantasía en cualquier campo mezclando sentido táctico con arabescos de lujo.

Pero ahora al Madrid le falta cemento para aguantar los empujones de los partidos y materializar las ocasiones que su arte, y el miedo de los rivales, le procuran. Sin Ronaldo, la pegada del Madrid parecía una cuestión del pasado. Robinho muy dado al gambeteo, es decir al arte, no vive cómodo en el área como referencia del equipo y su fútbol, entonces, se antoja tan liviano como su carcasa. En el fútbol no basta con hacerlo bonito, hay que hacerlo bien y en el Madrid prevalece lo primero sobre lo segundo, aunque tampoco le acompañó la suerte: Riesgo abortó un mano a mano ante el gélido Robinho y el larguero devolvió un cabezazo de Sergio Ramos en la primera mitad, cuando su jerarquía era tan estética como inoperante.

Todo ocurría mientras la Real daba muestras de impotencia, incapaz de robar el balón y de hacer correr al Madrid, su asignatura más pendiente. La Real es un equipo engañoso. Tiene una defensa frágil y sin Kovacevic pierde referencias ofensivas, pero guarda futbolistas interesantes. Xabi Prieto es el más singular. Su manejo de balón tiene mucho que ver con la escuela brasileña y su frialdad anuncia una experiencia que aún no tiene. Ayer le amargó la tarde a Roberto Carlos, ninguneado en la jugada previa al segundo gol de la Real. Tan agobiado estaba el brasileño que Beckham, en más de una ocasión, tiró de malos modos para reconvenir al muchacho y frenar la sangría. Quien picó el anzuelo fue Sergio Ramos, que se fue a la ducha tras una innecesaria entrada al extremo realista

El Madrid había perdido la cabeza mucho antes. El penalti de Roberto Carlos a De Paula, señalado por el árbitro auxiliar en un empujón absurdo del brasileño, no sólo le fundió los cables sino que resucitó a una Real Sociedad que hasta entonces había jugado con mojigatería, como asumiendo un rol inferior y sólo preocupada de agruparse en la defensa para frenar su sangría de goles.

El penalti le hizo crecer y la segunda mitad fue un ejercicio futbolístico lleno de fortaleza y velocidad que desarboló al Madrid. El segundo gol de De Paula, el impulso frenético del medio campo realista, la expulsión de Sergio Ramos (que se había incrustado en la defensa por la salida de Baptista en lugar de Pavón) parecían hundir definitivamente al Madrid y poner fin al ciclo de Luxemburgo en la casa blanca. El técnico puso todo cuanto tenía. Incluso la salida de Raúl Bravo parecía querer evitar una situación más grave, un resultado más abultado ante una Real que seguía teniendo en Prieto el futbolista necesario para desequilibrar al Madrid.

Pero hay cosas que no se pierden y el Madrid no le perdió la cara al partido. La expulsión de Garitano le dejó abierto el juego aéreo y lo aprovechó en dos ocasiones. En dos minutos, el balón llovido del cielo cayó, una vez en la puntera de Raúl Bravo y otra en el empeine izquierdo de Zidane. Los goles castigaban la fragilidad defensiva de la Real y premiaban la actitud del Madrid, más fiel a su historia que a su juego.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_