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Crónica:FÚTBOL | Otro 'derby' polémico y accidentado
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Sevilla se lleva un duelo envenenado

El equipo de Juande Ramos, que acabó con nueve jugadores, supera al Betis por una ingenuidad de Joaquín

Por desgracia, el derby sevillano perteneció ayer a las actitudes infantiles y adolescentes, nunca adultas ni sensatas, que es lo que se merecería uno de los partidos con más sabor y color de la competición española. El fútbol fue malo y estuvo definido por un par de jugadas ni siquiera dignas de un alevín —la expulsión de Javi Navarro y el penalti de Joaquín — y la imperdonable rabieta del entrenador bético, Llorenç Serra Ferrer, que, según testigos, propinó una patada al delegado de campo sevillista, Cristóbal Soria, y le intentó quitar de las manos el micrófono a un periodista.

El técnico verdiblanco dejó entrever que le habían provocado. Este año, los días previos al encuentro habían sido una balsa de aceite, sin provocaciones, ni salidas de tono de deportistas o directivos, como solía ser habitual. Pero al final se ensució como pocas veces antes había sucedido.

El Betis empezó desafiante. Es el estilo impreso por Serra Ferrer. El balear busca en el compromiso lo que, más que frecuentemente, no logra con el fútbol que desarrolla el conjunto que encabeza. El mejor ejemplo de la actitud bética frente al encuentro es la primera tarjeta del partido, que le fue mostrada a Capi a los 22 segundos del comienzo. Por el contrario, el Sevilla no encontraba la manera de rentabilizar la supuesta ventaja del anfitrión en este tipo de encuentros. Apenas un remate fallido de Adriano desde fuera del área al cuarto de hora. Todo lo contrario de lo que le solía pasar antes en estos duelos.

Según la clasificación liguera al inicio del partido, el Sevilla estaba muy por encima del Betis, sexto y decimoséptimo, respectivamente. Pero los verdiblancos han ganado autoestima gracias a sus victorias en la Liga de Campeones contra el Anderlecht a domicilio y el Chelsea en el Ruiz de Lopera. Los verdiblancos tuvieron una buenísima oportunidad gracias a un saque malísimo de Palop que rebotó en una pierna de Javi Navarro y que el portero sevillista pifió de nuevo en su intento de despeje. Pero Capi falló más que nadie y desperdició un gol que, con toda probabilidad y en el momento en el que tuvo lugar, habría inclinado el encuentro hacia los visitantes.

Pero entonces la veteranía mal entendida y el peor tipo de picardía se mezclaron para parir una jugada infantil que acabó con la expulsión de Javi Navarro. El central sevillista protegía el balón cerca de su esquina derecha, Dani le empujó en falta, pero el zaguero lo arregló pegándole una coz entre las piernas. Su expulsión —además, en un momento en el que el Sevilla ni encontraba su juego ni la manera de destruir el de sus contrarios— le regalaba al Betis la iniciativa y el control del encuentro. Pero no supo aprovecharlo. El juego de ambos equipos se desplomó de una manera alarmante. Nadie parecía querer o atreverse a jugar. La catarata de amonestaciones y los brincos que pegaba Dani para salvar su anatomía —con el precio puesto tras la acción de la expulsión de Navarro y que finalmente se cobró Adriano con una entrada salvaje— fueron lo único noticiable sobre el césped hasta la llegada del descanso.

La segunda mitad trajo la segunda acción infantil. Maresca ejecutó el saque de una falta sobre la meta de Contreras y a Joaquín no se le ocurrió otra cosa que despejar él mismo el disparo desde su posición en la barrera. Imperdonable

Llevaba Joaquín varios días asegurando que se iba a volver a ganar el puesto en la selección con su juego. Ayer, tan sólo realizó una internada de mérito, que concluyó en un disparo fácil de atrapar para Palop. Maresca aprovechó el regalo del extremo y marcó el penalti.

Curiosamente, la selección española tuvo otro efecto colateral sobre el juego verdiblanco. Rivera, a pesar de que no participó en ninguno de los encuentros de la repesca mundialista, ayer estuvo ajeno a los suyos.

Maresca fue el tercero que dejó en entredicho su profesionalidad. El italiano se ganó una amarilla por su celebración del gol. Posteriormente vería otra como consecuencia de una falta y dejó a su equipo con sólo nueve jugadores para defender tan exigua renta. Palop evitó el empate con una paradón a un tiro de falta de Assunção cuando el partido moría y le dio a su equipo la victoria en un derby que pareció envenenado.

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