Madrid, espectadora de lujo en la guerra París-Londres

Las autoridades y los miembros de la candidatura de Madrid 2012 evitan pronunciarse acerca del enfrentamiento directo entre sus dos rivales, aunque advierten que "cuando el enemigo se equivoca es mejor no distraerse".

La delegación de Madrid asiste en Singapur como espectadora de lujo a la guerra desatada entre Londres y París en todos los frentes. Las candidaturas británica y francesa se han arrogado el rol de grandes finalistas y los espadazos se advierten tras cada esquina de esta ciudad-estado.

Ambas han desplegado su ingente diplomacia por medio de Tony Blair y de Jacques Chirac. El premier británico aterrizó el lunes a Singapur y, en su habitación del Raffles Plaza estableció contacto con diversos miembros del Comité Olímpico Internacional. "No vino a pasearse", aseguran en los mentideros del movimiento de los cinco aros.

El primer ministro laborista no estará el miércoles en la presentación debido a la cumbre del G-8 que tiene lugar estos días en Edimburgo, pero ha dejado sembrado el camino en su escaso día y medio en Singapur. Sí estará en el Raffles Ballroom el presidente de la República francesa, Jacques Chirac, quien, al igual que José Luis Rodríguez Zapatero, ha tenido recepciones con el primer ministro y con el presidente de Singapur, además de un estrecho contacto con los delegados de sus respectivas candidaturas.

Son estos, los miembros de las delegaciones de Londres y de París los que están haciendo el llamado trabajo sucio de las candidaturas, es decir, las declaraciones a diestro y siniestro acerca de sus virtudes y los menoscabos del rival. Mientras, la delegación de Madrid asiste como espectadora de lujo a esta guerra cruenta y se centra en su propio trabajo.

Algo que incluso parece ser el mensaje oficial para todos los delegados. Tanto que hasta el secretario de estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, aparte de confesar poseer los nervios que ninguno quiere confesar, parafrasea a Napoleón en busca de más apoyos, aunque sólo sean morales. "Cuando el enemigo se equivoca, es mejor no distraerle". ¿Será verdad?