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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

El fútbol es cosa de Xavi

Inglaterra recurrió a la violencia para detener el recital del centrocampista y de la selección española en el primer tiempo

El fútbol es cosa de Xavi, del jugador que se ha quitado todos los complejos y maneja los partidos con la categoría que demostró frente a Inglaterra. Lo hizo durante media hora memorable. A su alrededor, la selección española funcionó con inteligencia y velocidad, sin problemas ante un rival que recurrió a la violencia para cambiar el signo del encuentro. Pocas veces se ha visto el efecto tan evidente de la frustración en un equipo. Inglaterra era un trapo y no encontraba la manera de detener a España, que estaba impecable en todas las líneas. Marcó pronto, jugó con mucha clase y no cometió distracciones, con Xavi a la cabeza del recital. Ante la abrumadora superioridad de la selección española, la reacción inglesa fue muy desegradable. La comenzó Wayne Rooney, excelente proyecto de jugador con una vena camorrista. En su cabeza comenzaron a chocar las canicas y el chico entró en un proceso casi infantil de violencia. Allí se acabó el partido como tal, un estupendo encuentro que consagra a Xavi como indiscutible faro de la selección.

Antes de la espiral de patadas, España acabó con la depresión que se había instalado en el equipo. La Eurocopa dejó heridas profundas en la selección, desacreditada por juego y resultados. Se multiplicó el pesimismo, que ya era considerable. El partido frente a Inglaterra no cambia nada sustancial. El prestigio no se gana en amistosos, pero la selección necesitaba un poco de optimismo, alguna razón para engancharse a un equipo poco estimulante. El momento quizá se produjo ayer, tanto por el juego del primer tiempo como por la sensación que transmitió Xavi. Terminó la temporada anterior de manera imperial, pero Sáez no le dio bola en el equipo. Siempre quedará la duda del efecto de Xavi en aquel equipo. Luis Aragonés tampoco le convocó en sus primeros encuentros como seleccionador, pero la ausencia no tenía sentido. Xavi ha sido uno de los ejes principales en el gran arranque del Barça y su regreso no podía esperar más. Regreso clamoroso que se concretó en la lección que dictó en el primer tiempo. Había interés por verle junto a Xabi Alonso, dos jugadores que pertenecen a la misma escuela, aunque sus características sean diferentes. Xavi, que un día fue un buen medio centro demasiado pendiente de lo académico, se ha soltado el pelo como satélite en el medio campo. Gira alrededor del medio centro, se libera de tensiones y tira de creatividad. Conectó con delanteros y extremos, encontró en largo a Joaquín y se asoció con Raúl, sin que le faltaran los detalles de ingenio que sacaron de quicio a los ingleses.

En esa media hora, España disfrutó del fútbol por primera vez en mucho tiempo. La defensa se adelantó para proteger a Alonso y a Xavi. No se partió el equipo, compacto y firme en la defensa, ingenioso y veloz en el ataque. Enfrente no hubo noticias. Ninguna de las estrellas inglesas dijo nada interesante. Beckham se limitó a oficiar de mediador en los conflictos; Owen no recibió un pase decente —no existió por lo tanto: no puede generar nada por sí mismo—; Lampard pasó desapercibido; Rooney fue el chiquillo intempestivo que puede poner en peligro su futuro en cualquier momento. Se dejó llevar por la cólera y la frustración ante el excelente juego español. Empujó, pateó, se encendió como una bombilla. Su rostro congestionado reflejaba la ausencia de cualquier control del temperamento. Empujó a Casillas contra la grada de fondo, buscó el tobillo de Salgado, se metió en todos los charcos y estuvo a punto de convertir un partido amistoso en un asunto muy desagradable. Erickson le retiró antes del descanso, pero Rooney encontró partidarios en el equipo. Lampard y Ashley Cole entraron en combustión. El partido cambió de partitura.

Había marcado España, que conservó la ventaja hasta el final. El tanto lo anotó Del Horno, un lateral que cabecea muy bien. No fue exigido en lo que más le duele, el capítulo defensivo. Beckham, que no es el más rápido de los jugadores, nunca le ha dado problemas. Hubo oportunidades en el área inglesa y hasta un penalti que no convirtió Raúl. Todo iba como la seda, pero todo se torció. Vinieron las patadas y la rueda de cambios, con un efecto inmediato sobre el juego que se empobreció. Al menos se llegó a un acuerdo tácito para rebajar la violencia. España jugó mejor que Inglaterra en el segundo tiempo, pero sin excesos. El encuentro se volvió decididamente amistoso. Perdió, en definitiva, la vibración de la primera parte, manejada con autoridad por la selección española. Si es el primer paso para algo, se verá en el futuro. España se ha acostumbrado a generar expectativas que luego no cumple. Pero, al menos, quedó una idea clara del jugador que ahora mismo resulta indiscutible porque mejora el rendimiento del equipo. Es Xavi. Regresó y confirmó lo que ya se sabe desde hace algún tiempo. El fútbol es cosa suya.

Del Horno celebra su tanto ante Inglaterra.
Del Horno celebra su tanto ante Inglaterra.REUTERS

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