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FÚTBOL | Segunda Jornada de Liga

Beckham saca del apuro al Real Madrid

El Real Madrid tendrá que acordarse sólo de los tres puntos conseguidos de su enfrentamiento con el Numancia en el Bernabéu, después de un aburrido partido en el que un gol de Beckham ha salvado el resultado para los blancos. Sólo los primeros 15 minutos fueron un espejismo de lo que pueden hacer los galácticos que tendrán que correr y mejorar mucho su juego si no quieren repetir el final de la temporada pasada.

El minuto de silencio guardado en memoria del periodista Matías Prats, fallecido esta semana parecía un arrullo. Y es que no había que despertar a la bestia, porque cuando despierta ninguna defensa numantina puede con su dentellada. A los 15 minutos Roberto Carlos había tirado mal una falta, Figo reclamado un penalti y Álvaro Núñez había evitado con la punta de los dedos un remate blanco tras un pase de Zidane dentro del área.

Los dos internacionales que han dejado sus selecciones, el portugués Luis Figo (por las dos bandas y pese a las patadas y agarrones de Graff) y el francés Zinedine Zidane, estaban frescos. Sus balones llegaban con facilidad al área del Numancia, sin ningún acierto rematador. Ronaldo, muy atrás, y Raúl, sin ninguna fortuna, vagaban por el campo de los sorianos.

El Numancia, resistía e intentaba llegar arriba. Pero, cuando más interesante estaba el partido, llegó el gol. David Beckham remató una falta con un poquito más de clase que había lanzado antes Roberto Carlos y el balón se coló por el palo de la barrera. Era el quinto gol de falta del inglés desde que está en el Real Madrid. Y el fuego de la victoria apagó a la bestia, que volvió a dormirse y permitió cabecear a la grada. Cada galáctico empezó a hacer la guerra por su cuenta. Ronaldo se quedó a un recorte de rematar mientras Raúl esperaba su oportunidad en el área. Se aplaudían los intentos, poco afortunados, del capitán madridista, que desperdició un magistral pase de Zidane y no llegó a otro de Ronaldo. Zidane decidió terminar sus jugadas con disparos lejanos y llegó a rematar de cabeza, pero el portero, primero y larguero, después, dejaron al mejor jugador de esta primera parte sin su premio.

Segundo acto: Y la bestia siguió durmiendo en el segundo tiempo y no despertaba ni con los gritos de Camacho en la banda ni con los pitos del público en la grada. El Numancia se había dejado los miedos en el vestuario y el Bernabéu, de repente, no parecía tan grande, mucho menos cuando se vacía antes de que se acabe el partido. Uno de sus tímidos ataques mandó a Pavón, lesionado, a la ducha en los primeros minutos de la reanudación, tras chocar con Casillas en el área blanca.

Camacho entonces movió ficha. Guti sustituyó al defensa. Pero el Madrid siguió sin orden ni concierto. Empeñado en ganar sin correr, inició su etapa de juego al trote cochinero que le caracterizó el año pasado. Nadie corría, nadie se desmarcaba, nadie a quién dar un pase. Figo lo intentaba por la banda, Zidane intentaba recrearse por el centro, pero la mala fortuna de Raúl y la peor vista del linier no permitieron a los galácticos ni maquillar un resultado pésimo ante un rival muy flojo que, sin embargo, ha paseado con dignidad su modestia por el santuario madridista.

Camacho se desgañitaba en banquillo, donde Raúl, abochornado por el espectáculo que estaban ofreciendo, se tapaba la cara después de ser sustituido por Michael Owen (minuto 24). Pero nada le funcionaba al técnico del Madrid. Sus gestos, moviendo la cabeza de un lado a otro en clara señal de desaprobación, se repitieron más de lo que habría querido. Las figuras seguían estáticas y la pelota pasaba de uno a otro equipo, de delanteros a defensas sin llegar a enlazarse ni una sola jugada.

Y entonces llegó Morientes, que sustituyó a Ronaldo con apenas diez minutos para limpiarle la cara al partido triste y aburrido. Una jugada suya al primer toque pasó por Figo y terminó en los pies de Owen, que lanzó fuera mientras el árbitro pitaba un fuera de juego que sólo había visto su auxiliar. El británico dispuso todavía de otra ocasión que frustró Álvaro Núñez a tres minutos del final. Y eso fue todo. Triste bagaje para un equipo que aspira, como cada año, a ganar todo.

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