El Depor más inteligente

Marcó Luque en Riazor y dio ventaja al Deportivo en una eliminatoria que promete no dejar ni un minuto de descanso. El gol del catalán puede ser suficiente, pero no tranquiliza a un equipo, el de Javier Irureta, que jugó de forma inteligentísima al ogro italiano durante todo el primer asalto: desbocado y ambicioso en el arranque y contemporizador y prudente en el ocaso. Pero siempre, eso sí, infinitamente mejor que el Juventus.

En la primera mitad, compareció alegre el Depor, con un día de esos días intratables en los que si funciona no hay bicho viviente que pueda parar tal ofensiva. Scaloni y Víctor por la derecha, Romero y Luque por la izquierda y Valerón, siempre Valerón, por todos lados intentaron tomar el mando de eliminatoria. Y fue Luque, confirmado el anodino estado de Tristán, quien consiguió el justo premio tras aprovechar un fallo de Thuram.

Fue el único lunar de la defensa y del equipo juventino, rocoso hasta aburrir, feo hasta decir basta. Nada nuevo, porque eso es la Juve y eso es el calcio. Ni siquiera se puede hablar de maldición sino de un estado de ánimo. Una propuesta concreta: la Juve puede pasarse la comida sin probar bocado, pero no esperará a los postres para matarte. Si ve la oportunidad lo hará antes del segundo plato gracias a unos concienzudos asesinos (Nedved-Del Piero-Trezeguet). Así estuvo a punto de ocurrir cuando los tres desplegaron parte del buen fútbol que llevan dentro. No cerraron el círculo (a Del Piero se le fue arriba por poco) y fue Luque el que, al borde de la desesperación coruñesa, aprovechó el despiste de Thuram para hacer una grieta en la dura roca turinesa.

Ya en la segunda mitad, la ventaja dio al Deportivo la razón más grande para demostrar que, por fin, podía ganar a la Juventus. Había insistido hasta la extenuación Javier Irureta en que lo más importante era saber manejar el partido y la ventaja. Fue el segundo tiempo un ejercicio de esta suerte del fútbol, interpretada perfectamente por un excelente Mauro Silva y un exquisisto Valerón. No dejaron de llegar sustos juventinos, desperdiciados sin mayor razón por Miccoli, sustituto del lesionado Trezeguet, y por Del Piero.

No hubiera sido justo, de cualquier forma, que un aguijonazo italiano hubiese estropeado el gran partido del Deportivo. Lejos de especular, el equipo gallego supo tocar en espera de la oportunidad para sentenciar la eliminatoria. Momentos que llegaron, pero que no supo concretar Víctor, protagonista de las grandes cuestiones gallegas frente a Buffon. Cubierto el cupo, Mauro tomó definitivamente en el último cuarto de hora el mando de las operaciones, una jerarquía que no debiera dejar hasta dentro de 15 días en Turín.