El Barça impone sus galones en Grecia (0-3)

Con tremenda displicencia, como si de un entrenamiento a larga distancia se tratara, el FC Barcelona se ha quitado esta tarde de encima el trámite de la segunda eliminatoria de la Copa de la UEFA. Navegando a medio gas, con un fútbol retórico pero con la frescura al tiempo de la despreocupación, el equipo azulgrana le ha endosado tres goles al equipo griego Panionios, que se ha esforzado por agradar a su público, ha corrido como alma que lleva el diablo y ha guerreado con ánimo cada balón, pero sólo para dibujar sobre el césped el altorelieve de la impotencia.

Apenas dos copas griegas tiene en su palmarés este equipo de la zona media en su país y con un perfil muy bajo, bajísimo allende las fronteras. Su hito histórico lo conquistó hace cinco años, cuando alcanzó los cuartos de final de la UEFA, una competición en la que, a falta del partido de vuelta que se ha de disputar en el Nou Camp el próximo 27 de noviembre, poco más ha de decir en esta ocasión.

Pese a que el estadio Nea Smyrna estaba bastante nutrido en espectadores (tiene capacidad para 16.800), y varias bengalas rojas teñían con humo el graderío, el partido ha comenzado desangelado, tan pálido como los colores de la zamarra ya no azulgrana sino marrón. El Barça no ha tardado en imponer su mayor destreza con la pelota, de forma que en media hora ya se habían apagado los alardes de pasión griegos, ahogados por un Rustu no muy rotundo. A partir de entonces el equipo español ha usado a su rival de sparring para una sesión de entrenamiento en la que todos han querido reivindicar su papel ante Rijkaard, liderados, por no faltar a la norma, por un brillante Ronaldinho.

Entrenamiento con bengalas

Para que no quedara duda de esta superioridad, Luis García, al que le ha costado llegar a la titularidad pero más difícil le será perderla a tenor de su rendimiento, fusiló al portero con tal fuerza que el balón, rechazado por Drobny, salió disparado hacia arriba y de allí directo a la portería. Bajo así la cortina de un primer tiempo espeso en el que el Panionios no se atrevió y al Barça le costó desperezarse.

El segundo tiempo se presentaba tan dado al hastío que Rijkaard decidió darle una oportunidad a Kluivert para reconciliarse con la afición, por supuesto reconciliándose con el gol. Tardo un minuto y quince segundos. A pase, eso sí, de Luis García, y de nuevo con la impagable colaboración de la impericia del cancerbero. El entrenamiento oficial lo rubricó Xavi de tiro directo en una falta con barrera: su lanzamiento no fue imparable, pero tampoco es que el portero era lo suficientemente hábil como para detenerlo.