El Real Madrid tiene magia

¿Recuerdan ustedes los chaparrones de magia del Barça de Johan Cruyff? Pues vuelve a llover, aunque esta vez en la meseta castellana. Y más que llover, diluvia. El Real Madrid ha ganado casi todo lo imaginable en estos últimos cuatro años, pero lo ha hecho con torpeza o con seguridad, nunca con duende. Hasta hoy. El Bernabéu ha sido testigo esta tarde de la locura que forja las leyendas, más allá de los nueve goles, los tres puntos o el triste papel del Valladolid.

Nueve goles, sí, nueve goles han cantado los espectadores en la Castellana. Siete de su equipo, y dos del rival, que también se han coreado, porqué no, eso ya más que fútbol era un festival de luz y color. De hecho, el Valladolid ha logrado tres tantos: los de Losada (el 4-1 en el minuto 56, de penalti tras una falta de Beckham) y Chema (6-2, en el minuto 70), pero sobre todo el de Julio Cesar en propia meta en el minuto 20.

'Extravaganza'

Liberado el Madrid de la responsabilidad de ganar, comenzó a divertirse. Y se tomó esa alegría muy en serio. Raul, que para eso es el boss, se marcó dos goles para la moviola: en el minuto 32, de espuela, en el aire y medio cruzado; y dos minutos más tarde, de vaselina sin ni siquiera mirar al portero. Precisamente fue esa doble extravaganza la que marcó el tono del partido.

Para no ser menos, Zidane empalmó antes de que llegara al suelo un centro de Beckham que le iba largo a Ronaldo. Era el minuto 53, acababa de comenzar la segunda parte y el Real Madrid ya ganaba 4-0. Llegó entonces el penalti de la estrella inglesa, y poco después (minuto 59) otro en el área contraria que convirtió Figo. La nómina de goles invitaba a los ambiciosos, y Chema quiso dejar su huella: 6-2, y más de media hora aún de partido.

Tiempo suficiente para que Ronaldo logrará su tajada del pastel (minuto 70), de tiro cruzado por delante del defensa, y para que Raul cerrase la fiesta con un toque de chulería: tras regatear al portero sobre la línea de fondo, acaricia la pelota con pequeños toques y, ante el marco desnudo, la cuela de espuela. Ha vuelto la magia. Toca quitarse el sombrero.